EDITORIAL

Cambio de carril en la educación

Acerca de la modernización educativa, la renovación pedagógica, el cambio del paradigma de aprendizaje y el aprovechamiento de tecnologías en las labores didácticas hubo abundantes discusiones en la última década. Se efectuaron reformas curriculares, se capacitó a maestros en nuevos modelos para el aula, pero fue sin duda la suspensión forzosa de la asistencia escolar a partir de marzo, por causa de la pandemia, lo que obligó a la adopción del modelo a distancia, con una necesidad de mayor interacción y participación del educando.

Es loable, pero a la vez frecuentemente invisible, la inversión de tiempo y esfuerzo de miles de maestros en la preparación de sus clases a través de plataformas digitales. También hay que reconocer el involucramiento de millares de padres de familia. No había reunión física, no había aula con muros, pero persistía el objetivo de aprender a leer y escribir, a sumar, a dividir, a conocer datos de historia o comprender conceptos de ciencias naturales.

El vuelco súbito del modelo educativo tuvo como principal aliado a la internet, pero también tuvo como recurrente dificultad el acceso a la conectividad, ya sea por problemas de señal, de recursos económicos para pagar el servicio o poca habilidad en el manejo de los recursos digitales. En el camino de siete meses se han implementado soluciones, se han repartido guías impresas o incluso hubo maestros que prefirieron ir a buscar, alumno por alumno, a sus comunidades, para que no se interrumpiera su ciclo educativo.

El Ministerio de Educación dio a conocer la rúbrica de evaluación mediante la cual se definirán las ponderaciones finales de los estudiantes de planteles públicos y privados. Se trata de una herramienta que contempla al menos tres grados para aprobar el año correspondiente con base en la presentación de un portafolio de actividades semanales, la capacidad de trabajo y aprendizaje autónomo, así como la dedicación evidenciada en la calidad de trabajos. Son los maestros quienes efectúan esta valoración, la cual constituye a su vez la mejor evaluación de su desempeño.

Justo aquí radica la clave para enfrentar el ciclo escolar 2021 de una manera más integral, eficaz y proactiva, ya sea sin retorno a las aulas o con retorno parcial. El descarrilamiento de la inercia educativa trajo la necesidad de colocar el sistema de enseñanza sobre nuevas vías, aunque con los mismos maquinistas a cargo de la locomotora. Los alumnos son los pasajeros de este tren en donde se han comenzado a desaprender viejos hábitos escolásticos. No es que los videos, los programas lúdicos o las sesiones ante la pantalla sean una panacea o carezcan de desventajas. Ciertamente abren puertas a nuevos desarrollos de los cuales solo la imaginación es el límite. Por eso dependen de un elemento imprescindible: que el maestro esté dispuesto también a volverse alumno y quiera aprender de nuevo a compartir el saber.

Finalmente cabe destacar que así como el entorno escolar demanda una nueva calidad educativa, un sistema participativo y una renovación metodológica, también es necesario que el gremio docente despierte a la nueva realidad y deseche a las dirigencias obtusas e incapaces y se levante con dignidad para defender sus derechos, pero también para garantizar un nuevo futuro para esos niños y jóvenes de quienes depende a competitividad del país a futuro.

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