EDITORIAL
Canasta básica debe ser válida y realista
Si a un transeúnte guatemalteco se le preguntara en este 14 de diciembre del 2023 si para cubrir sus más elementales necesidades alimentarias individuales le alcanzarían Q531 al mes, probablemente se reiría. Si se le pregunta a un trabajador del área rural si le alcanzarían Q371 para su nutrición básica de un mes, probablemente ni siquiera se reiría; la reacción sería de incredulidad. En todo caso, tales cifras provienen del Instituto Nacional de Estadística, las cuales forman parte de una nueva base de referencia de consumo para el cálculo de la canasta básica alimentaria. Según la nueva metodología, el reporte ya no sería tanto con base en un núcleo familiar, sino como un costo per cápita.
Al efectuar la sumatoria aproximada del costo de esa nueva base individual, con precios del 2022, se opera una aparente baja, pero solo sobre el papel o la hoja de cálculo: la canasta familiar básica costaría alrededor de Q2 mil 232 en sectores urbanos —para 4.8 personas— y Q1,783.53 en los rurales —para cuatro personas—. En noviembre último, el propio INE había reportado el precio de esa misma canasta a Q3,899.67, un precio superior al salario mínimo urbano o rural.
Se debe reconocer que la composición de la canasta básica y la canasta ampliada debió ser actualizada hace años y existe un largo debate sobre su composición. Por ejemplo, al listado de monitoreo le hacían falta productos como las tortillas, la carne fresca de pollo, carne de res y huevos de gallina. No obstante, pasar de una medición basada en hogares promedio a un cálculo individual tiene sus bemoles, puesto que no todos los integrantes de una familia tienen las mismas necesidades de ingesta calórica y, a veces, solo uno de los padres aporta el ingreso.
Expertos del área económica se dividen. Unos recomiendan analizar con mayor detenimiento la pretendida metodología, para determinar si existe suficiente respaldo técnico acerca del consumo nutricional necesario. Otros dicen que es la correcta. Si no se toma como base del cálculo a la persona concreta, con una dignidad inherente y un potencial de desarrollo productivo, la medición estadística perdería su finalidad.
Cabe recordar que la palabra estadística proviene del término latino statisticum collegium, el cual se relaciona con los datos de una comunidad integrante de un Estado, a fin de que los gobernantes conozcan las situaciones y posibles problemas que enfrentan los habitantes. Para ello, esta ciencia se apoya en herramientas matemáticas para generar visiones de conjunto, comparaciones entre segmentos, correlaciones, tendencias y proyecciones con criterios objetivos e incluso comparables con los escenarios de otros Estados que también buscan el bien común, al menos teóricamente.
Es necesario y urgente que el INE divulgue a la población masivamente la nueva composición propuesta de las canastas de consumo. En la llamada canasta ampliada también se han incluido la gasolina súper y servicio de telefonía celular como elementos de consumo cotidiano. El costo de vida constituye una preocupación diaria para millones de guatemaltecos y tal situación debe reflejarse de manera acorde a la realidad, sin caer en simplificaciones, pero tampoco en sobrevaloraciones. Quizá sea necesario un tiempo de transición entre los dos modelos de medición para poder observar las ventajas o desventajas del cálculo personal contra el familiar; en todo caso, es la ciudadanía la que paga ese servicio y, por ende, merece la aspiración a que se refleje su realidad cotidiana.