EDITORIAL

Capital quincentenaria

La feria de Jocotenango sigue la conmemoración de la asunción de la Virgen María, patrona del cuarto asentamiento de la capital de Guatemala.

Con la proximidad de la feria patronal de Guatemala de la Asunción, retorna la tradicional feria de agosto. Entre cambios y permanencias, se conjugan elementos sonoros, visuales, lúdicos, culturales, místicos y también gastronómicos que giran, como un juego infantil, como una ruleta artesanal, como un carrusel de tiempos, rostros, generaciones, gustos, modas y también raíces. La feria patronal de toda localidad de Guatemala es núcleo de encuentro y a la vez irradia nuevos indicadores de época. Nótese la música que suena entre los puestos y ventas con la de hace tres décadas, de hace ocho o 20.

La feria de Jocotenango sigue la conmemoración de la asunción de la Virgen María, patrona del cuarto asentamiento de la capital de Guatemala, en el valle de la Ermita, vigente desde 1776. Esta capital, como tal, se asentó antes en el valle de Panchoy, en el valle de Almolonga y en la antigua capital kaqchiquel, Iximché, donde fue fundada hace 500 años, el 27 de julio de 1524, como Santiago de los Caballeros, cuya fiesta es el 25 de julio. Cercanías, distancias, conexiones, historia y continuidades.

La actual conmemoración capitalina está marcada por ese quincentenario, en el cual hay penurias, traslados, tragedias, terremotos, efemérides políticas y gubernamentales, incluso batallas, epidemias y magnicidios. Pero también existe, ¡y es lo que debe resaltarse!, una florida coexistencia multicultural, crecimiento productivo, evolución arquitectónica, expansión académica, superación de dificultades, comercio, tradiciones, encuentros, festejos colectivos de grandes logros y una constante vocación por lograr el desarrollo integral.

El trabajo de historiadores, arqueólogos y también cronistas devela las grandes huellas de la sociedad guatemalteca; también sus errores y descuidos, para que en la medida de lo posible no se repitan. Pero también es necesario y justo resaltar el papel de los artistas, esas mentes creativas que actúan y generan ideas en una dimensión distinta, por lo cual han legado monumentos y obras que hoy son auténticos íconos y registros en el tiempo. La literatura y la poesía no quedan fuera de esta esfera multifacética que nos permite entrever la Guatemala de otros tiempos.

Por eso la feria es una actualización de sonrisas y esperanzas, de alegrías y también de trabajos, que entre bullicio, campanadas, pirotecnia, perifoneos, disparos de aire en un tiro al blanco, gritos de ¡lotería! nos van retratando en fugaz tiempo real. La tecnología coloca ese mosaico de fotos y videos, de reels de Instagram o TikTok, de reportajes sobre vendedores y artesanos que ofrecen sus productos en puestos móviles, así como lo relataba José Milla en 1870, Landívar en 1790 y tantos testimonios precedentes.

En 1998, el músico Igor de Gandarias combinó registros sonoros de festejos patronales: voces, bombas, marimbas, bailes de moros, en una pieza llamada La feria fantástica, con la cual se creó una caleidoscópica versión de video producida por el cineasta Guillermo Escalón. Está en YouTube, y no tiene una narrativa convencional, pero en su yuxtaposición de sonidos y elementos visuales nos pone a los guatemaltecos frente a un espejo más. A la larga, el gran mensaje de fondo es algo que ya sabemos: hay diferencias, hay mestizajes, hay opiniones distintas, pero somos una sola nación pluricultural, y ese es el tesoro.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: