EDITORIAL

Cuidemos el corazón de nuestra existencia

Con frecuencia el término corazón simboliza un factor toral de un concepto, evoca una conexión emocional con personas queridas y subraya la convicción con alguna causa noble, pero en este caso, cuando hacemos la exhortación a cuidar el corazón de la existencia nos referimos en efecto a ese órgano que bombea la sangre al cuerpo cada minuto, cada hora, cada día, cada año y cuya función determina en buena vida la vitalidad del resto del organismo.

Mientras dormimos, estudiamos, trabajamos, nos transportamos al trabajo o descansamos viendo la serie favorita de televisión, el corazón sigue su trabajo automático y vital. En un solo día, los latidos superan los cien mil, en un promedio que depende del tipo de actividad que se desarrolle, edad y condición física. Y es precisamente por esta prolongada labor que se encuentra expuesto a numerosas afecciones que a menudo se ven detonadas en la época actual por el sedentarismo, mala nutrición, ingesta de alcohol, tabaquismo, estrés y condiciones del resto del sistema circulatorio.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares son la causa de muerte más frecuente en el mundo contemporáneo, alrededor de 550 millones por año. Más de 75 por ciento de los decesos relacionados con cardiopatías y accidentes cerebrovasculares ocurren en países de ingresos medios y bajos, una proporción que se ve agravada por la carencia de una cultura de atención médica preventiva, las limitaciones de los sistemas públicos de salud y la pobreza, que impide buscar atención en la medicina privada. En efecto, una vez vencida la pandemia, la atención de males cardíacos seguirá siendo un desafío de salubridad.

La alimentación poco saludable es una de las causas más frecuentes de deterioro cardiovascular, debido al elevado consumo de sal, azúcares y grasas, las cuales a la vez son factores de obesidad, sobrepeso y alta presión arterial, que tienen impactos en el resto de órganos del cuerpo. La falta de actividad física incrementa hasta en 30% las posibilidades de algún padecimiento relacionado con el sistema circulatorio, incluyendo la diabetes.

La pandemia desnudó la vulnerabilidad que presentan las personas con afecciones cardiovasculares o bien con factores previos antes mencionados. Quizá todavía no padecían una enfermedad cardíaca crónica, pero el organismo poseía esta fragilidad que complicó múltiples cuadros de coronavirus, en algunos casos con un desenlace fatal o bien con secuelas pronunciadas.

Toda esa enumeración de riesgos no busca crear miedo, sino despertar una convicción mayor por el cuidado personal, sobre todo en lo relacionado con la práctica de actividades físicas regulares como caminatas, rutinas de ejercicios en casa o algún deporte que demande un esfuerzo muscular que a la vez ponga al corazón a potenciar su especialidad: trabajar con energía y ritmo. El Día Mundial del Corazón es una jornada de reflexión y acción que se desarrolla cada 29 de septiembre y que apenas tiene dos décadas de haber sido instituida por la Organización Mundial de la Salud, como un vehemente llamado de atención a los gobiernos, pero también a las personas, acerca de cómo deben quererse de todo corazón, y ello implica cuidar este valioso órgano, que empieza a latir, según hallazgos científicos recientes, a los 21 días de producirse la concepción en el vientre materno.

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