EDITORIAL

Desarrollo petenero requiere más energía

Sí, Petén necesita   más energía de autoridades, funcionarios, diputados y alcaldes.

El título de este texto tiene una doble connotación pero en cualquiera de los casos hace alusión a la realidad del mayor departamento del país y uno de los mayores receptores de turismo ecoarqueológico nacional e internacional. Sí, Petén necesita   más energía de autoridades, funcionarios, diputados y alcaldes para que trabajen con ahínco, sin agendas ocultas, con objetivos de desarrollo integral para la población y, por ende, para la mejora de la productividad sostenible. Todavía hay ciertos diputados que dicen una cosa pero hacen otra, como pronunciar discursos y ofrecimientos a la protección del patrimonio ecológico y prehispánico, pero  a la larga no se concretan porque responden a agendas opacas.

Lo mismo cabe decir sobre los recursos presupuestarios y los proyectos relativos a la transmisión de energía eléctrica, que a lo largo de varios gobiernos se han ejecutado de manera lenta y  a todas luces insuficiente. La crisis de abasto de energía que agobia a empresas, comunidades y vecinos peteneros no tiene cinco ni 10 años, pero ya se encuentra en un punto crítico que amenaza la generación de empleos, entorpece la atracción de más turismo y ocasiona pérdidas causadas por daños en aparatos y costos adicionales de operación, debido a la compra obligada de plantas generadoras, que a la vez son onerosas, ruidosas y contaminantes.

Petén es  un territorio  con  potencial extraordinario, cuyo crecimiento rebasa  la infraestructura capaz de sostenerlo. El turismo aumenta, la economía local se dinamiza, compite, ofrece más productos y servicios, pero  la electricidad es el talón de Aquiles que amenaza el avance. Sin energía eléctrica se reduce el atractivo para la hotelería, se frena el emprendimiento y hasta la conectividad  digital se ve comprometida.

 Debido a su extensión, que contrasta con su densidad poblacional, así como por su posición geográfica, Petén solo tiene, hasta ahora, dos líneas transmisoras de energía, con una capacidad de 69 kV. Una proviene de Alta Verapaz y la otra, de Izabal. Dicho voltaje, combinado con la distancia, causa fluctuaciones e incluso apagones en las horas de mayor demanda. Se necesita una capacidad de transmisión de 320 kV y nuevas subestaciones para fortalecer la actual red. 

Sin embargo, dadas las características del departamento y su potencial como destino turístico ambiental, es necesario considerar la pertinencia de impulsar proyectos de energía fotovoltaica, que podrían aportar a la mejora de vida en comunidades sin el impacto de extensas líneas de conducción. De hecho, uno de los retos es balancear la provisión de electricidad con la conservación.   Sería una  ironía trágica pretender impulsar el turismo y la economía mediante soluciones que afecten la selva, fragmenten bosques  o   alienten una expansión de poblados que presionen aún más  los frágiles ecosistemas.

En efecto, Petén debe apostar por un modelo que eleve la calidad de la experiencia del visitante, que integre criterios ambientales y  estimule las inversiones locales o extranjeras sin perder su esencia. Este territorio merece un futuro en el cual sus habitantes tengan servicios confiables y oportunidades reales. Ello pasa por resolver la crisis energética sin poner en peligro la sostenibilidad del entorno, que genera el atractivo que el visitante acude a conocer. Se necesita dedicarle mucha energía inteligente a configurar una matriz de producción eléctrica que fortalezca la vocación de este departamento, pero también a crear una estrategia que favorezca e incluso incentive la valoración del recurso forestal, cultural y arqueológico.

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