EDITORIAL

Diez años de un hito

Es un instante que todavía emociona por su trascendencia histórica. Los guatemaltecos lo presenciaron a distancia, a través de transmisiones de televisión y medios digitales, un momento que evocó grandes triunfos postreros, como la victoria de Doroteo Guamuch Flores en Boston, en 1952, o el triunfo de la Selección de Futbol de 1967 en el Campeonato Norceca. Pero esta vez era un éxito aún mayor, a nivel mundial, conseguido por un muchacho nacido en Chiyuc, Alta Verapaz, en un hogar humilde, pero cuyo apellido escribió un importante episodio de la historia nacional: Érick Barrondo, ganador de la medalla de plata en caminata categoría 20 kilómetros, en los Juegos Olímpicos de Londres, la primera y hasta hoy la única para Guatemala; un hito.

Más allá del ámbito deportivo, es necesario resaltar la colaboración, el trabajo en equipo y el apoyo familiar que todo campeón necesita. Nadie triunfa solo, si bien es una convicción personal la que acrisola todo aporte.

Érick Barrondo comenzó como corredor de fondo, y durante una práctica para participar en la Media Maratón de Cobán se lesionó la rodilla. Su entrenador le recomendó practicar la marcha, un giro que dio en el 2011. Aquel mismo año ganó plata en una competencia en la capital, con lo cual calificó para los Juegos Panamericanos de Guadalajara. No tenía pasaporte ni dinero. Su padre empeñó un terreno para apoyarlo. En dicha competencia continental ganó el oro y empezó su preparación para los olímpicos.

Llegó a Londres sin estar dentro de los favoritos. Durante los primeros 10 kilómetros permaneció en el pelotón de corredores, pero después de ese punto empezó a despegarse y a seguir a los líderes. En los últimos dos kilómetros tenía ya dos amonestaciones de tres permitidas. Estaba codo a codo contra los mejores. Concentración, enfoque y un gran sueño impulsaron los pasos del altaverapacense, que logró lo que hasta entonces parecía increíble: poner a Guatemala en el podio olímpico por primera vez. Esta hazaña es motivación para más jóvenes guatemaltecos que ya han conseguido oros o primeros lugares en campeonatos mundiales específicos este año, tal como el cuarto lugar de cinco mil metros obtenido por Luis Grijalva, los nueve oros y cinco platas de Lucero Mejía en el Centroamericano de Natación, la plata del Mundial de Racquetbol obtenida por Ana Gabriela Martínez, el campeonato panamericano de bádminton de Kevin Cordón y el oro en 200 metros patinaje de Dalia Soberanis.

La década de la plata olímpica de Barrondo trae a colación la necesidad de transformar y transparentar el funcionamiento de la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala y el Comité Olímpico Guatemalteco (COI). Abundan las federaciones con señalamientos de corrupción y dispendios que roban oportunidades a los talentos nacionales. Se necesitan más instalaciones deportivas de calidad en la provincia, para que germinen los campeones del futuro. Paradójicamente, la Corte de Constitucionalidad suspendió esta semana los estatutos del COI, en el marco de una pugna por dirigirlo, la cual involucra intereses oscuros del oficialismo. Esto pone en riesgo la participación guatemalteca en competencias del ciclo olímpico y exhibe las contradicciones que siguen lastrando a nuestros campeones.

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