EDITORIAL

Ejemplos con acciones

Guatemala es un país bendecido con una enorme riqueza natural que sobrevive a pesar de los embates de la deforestación y la contaminación; también es un territorio de suelos fértiles que proveen sustento para miles de familias, aun y con los ciclos irregulares de lluvia o la expansión del corredor seco. Pero la mayor fortuna de la Nación es su población trabajadora, productiva y emprendedora, no solo en el momento actual, sino desde muchas décadas atrás.
Las personas que hoy frisan los 70, 80 o más años aportaron su esfuerzo físico o intelectual, su pleno potencial laboral en décadas que fueron difíciles para el país: vivieron sus años estudiantiles y sus primeros empleos quizá en la convulsa década de 1950 y en los inicios de un conflicto armado estéril, destructivo y polarizante que se prolongó por 36 años. En medio de esas vicisitudes, estas generaciones de guatemaltecos aportaron su esfuerzo, en la iniciativa privada, el servicio público o en negocios propios, con los cuales ganaron el alimento para sus familias.

Hoy son abuelos, bisabuelos y hasta tatarabuelos. Hay diversidad de condiciones, desde quienes viven bajo los esmerados cuidados de sus descendientes hasta quienes carecen de una familia o quizá de un techo, debido a las precariedades económicas. En todo caso, se trata de uno de los grupos de edad más vulnerables alrededor del mundo ante el brutal embate del coronavirus. Y por ello es que los adultos mayores que viven con sus familias son sujetos de precauciones y cuidados para impedir el riesgo del contagio.

Las propias disposiciones del Gobierno apuntan a que este segmento etario no se exponga en espacios públicos o entornos laborales, pero es necesario reconocer que la baja cobertura de seguridad social, la lentitud de los programas de asistencia humanitaria y la necesidad económica se conjugan para obligar a muchos de estos guatemaltecos a instalar ventas ambulantes, mantener abiertos pequeños negocios de barrio o incluso pedir caridad en los semáforos. Están entre dos fuegos: la precariedad alimentaria y el peligro virulento.

El reportaje sobre personas de avanzada edad que se presenta en esta edición tiene como objetivo resaltar el valor intrínseco de estas generaciones de guatemaltecos cuya sabiduría, experiencias y testimonios de esfuerzo enriquecen las esperanzas de todo el país.

A la vez, cabe resaltar que existen hogares de ancianos en todo el país que en este momento afrontan dificultades para alimentar y proveer atención a quienes se encuentran recluidos en ellos. Son loables las iniciativas de recolección de víveres e insumos efectuadas por iglesias o grupos de voluntarios. Dice el versículo bíblico que “quien busca, encuentra”, y si realmente existe voluntad de valorar y apoyar a los ciudadanos de oro, basta con preguntar.

Nuestros abuelos son guerreros victoriosos de mil batallas. Hay, lamentablemente, adultos mayores entre las víctimas mortales del covid-19, pero también existen recuperados longevos que se convierten en prueba de tenacidad y amor en tiempos difíciles.

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