EDITORIAL

El paso a un comercio más competitivo

La integración aduanera constituye una vía básica de agilizar procesos de comercio e industria en la región, porque reducen tiempos, optimizan costos y aseguran una mayor transparencia en cuanto a las declaraciones de impuestos. Hace dos años se implementó la unión aduanera con Honduras, un plan que significó notables mejoras para las empresas de transporte, importaciones y exportaciones. Si bien se tuvieron dudas de seguridad durante los momentos críticos de las caravanas migrantes acaecidas hace un año, el mecanismo de agilización de mercancías ha dado buenos resultados.

Las posibilidades de multiplicar ese efecto catalizador se incrementan con el anuncio de la próxima firma de un acuerdo de facilitación comercial con México, el cual permitirá un paso más rápido de exportaciones guatemaltecas hacia la región del tratado de libre comercio de América del Norte, ahora llamado T-Mec, un potencial mercado de más de 490 millones de personas.

La negociación de dicho convenio no ha sido fácil. Prueba de ello son los nueve años que van de conversaciones entre ambos gobiernos. La actual circunstancia regional, marcada por las políticas impulsadas desde Washington para reducir la migración ilegal hacia EE. UU., ha servido para potenciar ese convenio, que encaja con otras estrategias de fomento de empleo y revitalización económica propuestas por el gobierno mexicano, tales como la construcción de una línea férrea transfronteriza para traslado de carga.

La reducción de tiempo de espera para el paso de mercancías podría reducirse de varias horas a unos 15 minutos, lo cual será un factor de mayor competitividad, nuevos desafíos para los productores agrícolas e industriales, así como menos espacio para las prácticas discrecionales de avalúo, que por décadas han sido el germen de la corrupción aduanera, que llegó a alcanzar dimensiones vergonzosas a través de estructuras deplorables como La Línea, que llegó a involucrar a altos funcionarios de gobierno.

Cabe señalar un factor que contribuyó enormemente a transformar la mecánica del comercio de Guatemala con sus vecinos del Istmo: la implementación de la declaración única aduanera (Duca), cuyos primeros meses de aplicación fueron verdaderamente tormentosos y generaron colosales atrasos a causa de ciertas fallas en el sistema informático, pero sobre todo por la falta de capacitación adecuada del personal para la consignación de datos en los formularios electrónicos.

Tal cambio de sistema no sucedió por una iluminación providencial: fue una exigencia comercial de la Unión Europea, uno de los grandes destinos de las exportaciones de Centroamérica, que requería una estandarización de requisitos fiscales. En todo caso, dentro de la propia región es un avance que beneficia a los exportadores con la disminución de esperas en aduana, y al fisco, porque le asegura el ingreso de recursos. El 28% de las exportaciones guatemaltecas va a socios comerciales del Istmo, que lo convierte en el segundo mayor socio comercial, después de EE. UU.

Ahora se necesitan nuevos espacios para productos centroamericanos que pueden competir fuertemente con marcas estadounidenses, siempre y cuando no se traslapen políticas proteccionistas que contradigan el discurso de generar más prosperidad, más empleo y más oportunidades para la región.

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