EDITORIAL

El turismo es pilar fundamental del futuro

El turismo no miente. Su presencia se nota. Pero también su ausencia. De todos los sectores productivos del país, es posiblemente uno de los más golpeados, no solo por la falta de visitantes extranjeros, sino por la tímida recuperación de los viajes internos, ya sea por precaución o por falta de recursos económicos. La extensión de los daños es considerable: prácticamente no han rincón de Guatemala en que el efecto de las restricciones de movilidad, ingreso al país y acceso a destinos no haya dejado a decenas, cientos, miles de personas sin trabajo.

A dos meses y medio de reactivación, hay sectores que repuntan y se encaminan a un punto cero; es decir, recuperan perspectivas previas a la entrada de la pandemia, como la construcción, industria manufacturera o comercio al detalle. Sin embargo, en cuanto a las actividades de alojamiento y servicios de alimentación, las previsiones de caída no solo se mantienen, sino que han llegado hasta un -44.9%. Los permisos de reapertura a un tercio o menos de la capacidad instalada no ayudan mucho, y si a ello se suma la incertidumbre epidemiológica, es posible que en la siguiente medición de la actividad económica el descenso de expectativas sea mayor.

La información más reciente sobre el difícil escenario para los operadores turísticos, hoteleros y prestadores de servicios complementarios no deja lugar a dudas: aproximadamente 16 de cada cien empresas del sector han caído en quiebra y con ello hay que deducir una cauda de empleos perdidos, contratos de suministros que no se recuperarán, ingresos fiscales que no llegarán a las arcas y el consecuente impacto colateral sobre empleos indirectos vinculados con la venta de suministros para hostelería.

Ningún país escapó de la crisis turística ocasionada por la pandemia, pero precisamente por ello se hace necesario establecer alianzas sin precedentes, tanto a escala internacional como dentro de los países. En el primero de los casos, la Organización Mundial del Turismo ha monitoreado acciones exitosas en varios países y las ha publicado para poder adaptarlas a otros, según el contexto cultural y sanitario.

Entre las recomendaciones para los Estados figura la creación de mecanismos de apoyo a microempresas y emprendedores, la creación de incentivos fiscales que contribuyan a la sobrevivencia de centros de trabajo vinculados con el turismo, así como trazar planes de asesoría gratuita para la implementación eficiente de destinos con las precauciones de nueva normalidad.

Así también se hace necesaria la cooperación pública y privada para garantizar la seguridad de los visitantes durante sus recorridos, efectuar los controles de salubridad mediante clínicas móviles y establecer mecanismos cooperativos a fin de generar sinergias de recursos que permitan ahorros mediante alianzas estratégicas con proveedores locales y nacionales, al menos mientras se recupera la competitividad del sector.

Guatemala dispone de gran variedad de destinos ecológicos, arqueológicos y culturales que se debe aprovechar para restructurar la estrategia turística de la próxima década. Para ello se debe comenzar por involucrar a los prestadores individuales y comunitarios de servicios, con el objetivo de capacitarlos y hacerlos partícipes de un modelo renovado. Empresas medianas y grandes se pueden beneficiar de esta reinvención forzada por las circunstancias pero que puede marcar un futuro más promisorio.

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