Editorial

En la frontera de otra polarización

La crisis en la frontera por la masiva afluencia de migrantes y hechos violentos que involucran a indocumentados son aprovechados por los republicanos para cuestionar su gestión de la seguridad nacional.

El próximo 5 de marzo será el llamado supermartes en Estados Unidos: el día en que  más estados de la unión celebran elecciones primarias, republicana y demócrata, en ruta a la definición de candidatos presidenciales. El presidente Joe Biden aspira a la reelección sin mayor oposición en su partido. El exgobernante Donald Trump busca regresar a la Casa Blanca y prácticamente ha arrasado en primarias republicanas previas. Tiene 122 delegados y ha  dejado atrás a contendientes como su exembajadora en la ONU, Nikky Haley, quien es la única que continúa en contienda —tiene 22 delegados—.

El próximo martes votarán 15  estados. En orden alfabético: Alabama, Alaska, Arkansas, California, Colorado, Maine, Massachussets, Minnesota, Carolina del Norte, Oklahoma, Tennessee, Texas, Utah, Vermont y Virginia. Esa ocasión es el motivo por el cual este martes se produjeron sendas visitas, de Biden y Trump, a la frontera de Estados Unidos, debido a que el tema migratorio vuelve a polarizar los discursos, crispar los temores  y también acicatear las falacias, estereotipos y prejuicios.

Aunque Trump lleva la delantera republicana, tiene procesos judiciales en su contra. Mientras no exista una sentencia condenatoria puede participar en el proceso electoral. Sin embargo, ya son tres los Estados en los cuales se le ha eliminado de la boleta de primarias, debido a sus  arengas y presuntas acciones contra la democracia en enero de 2020, cuando se resistía a reconocer la derrota, que fue muy cerrada y llegó a depender de los resultados del estado de Georgia. Maine, Colorado y Chicago le tienen vedada la participación, algo que muchos de sus correligionarios consideran injusto.

En todo caso, todo abona a la publicidad del magnate, quien aprovecha los juicios para calificarlos de un ataque político y un sabotaje a su retorno al poder. El discurso antinmigrantes se mantiene como su principal bastión y esto también ha hecho endurecer las posturas hacia el gobierno de Biden. Este, en su visita a la frontera “invitó” a Trump a sumarse a la exigencia de una reforma migratoria que se encuentra varada en el Congreso desde 2021. Los partidarios del exgobernante le respondieron responsabilizándolo del descontrol fronterizo e incluso del reciente caso   Laken Hope Riley, una joven asesinada por un migrante venezolano indocumentado, precisamente en el estado de Georgia, que fue el que le dio la victoria.

Tras la derrota de las elecciones legislativas de 2022, se dificultó aún más la discusión de dicha reforma.  En septiembre de 2023, el gobierno de Biden otorgó una extensión de 18 meses al Estatus de Protección Temporal, del cual gozan migrantes de El Salvador, Nicaragua y Haití, y agregó a Honduras, un beneficio que se le ha negado reiteradamente a los guatemaltecos y cuya posibilidad se diluye en el actual contexto.

El acertado manejo de la vacunación pospandemia y el desempeño económico son las cartas fuertes de Joe Biden. Sin embargo, la crisis en la frontera por la masiva afluencia de migrantes y hechos violentos que involucran a indocumentados son aprovechados por los republicanos para cuestionar su gestión de la seguridad nacional. Los migrantes son mayoritariamente una fuerza laboral valiosa y representan un enorme ingreso fiscal, puesto que reportan tributos aún sin estatus regular. Eso inclusive Donald Trump lo sabe y también la ciudadanía.  En todo caso, es notorio que tanto republicanos como  demócratas están urgidos de nuevos liderazgos. 

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