EDITORIAL
Enésima visita y postrera oportunidad
Cabe preguntar qué expresaría un ciudadano de a pie si pudiera dirigirse unos cuantos minutos directamente a la subsecretaria de Estado de EE. UU. para la Seguridad Civil, la Democracia y los Derechos Humanos, Uzra Zeya. Ella llegó anoche al país para reunirse con funcionarios y algunos grupos organizados que, sin duda, expresarán sus perspectivas, de las cuales obtendrá sus conclusiones, complementadas por los datos de contexto, el devenir del país en el lustro reciente y también medidas del Departamento de Estado de EE. UU. en contra de personas específicas, algunas de las cuales aún no se reponen del susto o se resisten a corregir su conducta.
En el país prevalece la sensación de inseguridad ciudadana, no solo en lo referente a hechos violentos, que han sido múltiples y muy impactantes en la última semana, lo cual conduce también a otras deducciones. Las extorsiones siguen planificándose desde las cárceles. Continúan las agresiones armadas impunes, igual que estériles tácticas policiales como los retenes de dos o tres agentes: los mismos dos o tres agentes que no están cerca del lugar del asalto a una tienda o de un atentado de sicarios.
Es una inseguridad que trasciende lo individual, pues abarca el temor al abultado endeudamiento público para sostener una burocracia disfuncional con todo y nómina de plazas fantasmas. El ciudadano vive en la incertidumbre de un gobierno cuya política de desarrollo humano carece de rumbo, comenzando por el pregonado combate de la desnutrición. Y si así sucede con el problema guatemalteco más viejo, grave y emblemático, qué se puede esperar en otros órdenes.
Es una tristeza, por no decir una vergüenza, que la visita de la funcionaria ocurra días después de la confirmación de que Guatemala no está convocada a la Cumbre de la Democracia, junto con un combo de países de regímenes autoritarios. Pero aún más lamentable es que Guatemala siga expulsando a más familias y más jóvenes migrantes, ante la falta de avances, de cambios y oportunidades. La subsecretaria Zeya llega antecedida por varios enviados, incluyendo la vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris. Nada nuevo puede decirles un Ejecutivo coaligado con el Congreso, que a su vez no elige nueva Corte Suprema de Justicia porque está cómodo con la actual, que ya excede innecesariamente los dos años de período extra.
Basta revisar con ojo crítico los comentarios a noticias en redes sociales para poder tamizar voces de preocupación, tristeza y decepción. Así también hay mediciones de opinión que ya comienzan a aflorar en una precoz y ansiosa etapa preelectorera, con figuras de la vieja política que quieren salir transmutadas en relucientes opciones de nuevas demagogias. Nadie puede negar ni ocultar la desazón prevaleciente, no solo respecto de los poderes estatales, sino del actuar de toda la clase política.
Tampoco faltan figurones que invoquen la soberanía, el nacionalismo y la autodeterminación como eufemísticos escudos de conveniencia para negar la cooptación institucional. Estados Unidos ha donado 6.5 millones de vacunas al pueblo de Guatemala, con lo cual hasta el mismo Gobierno está en deuda moral, aunque lo nieguen. Cosa aparte es la desorganización logística que causa largas filas, absurdas en tiempos digitales, que reflejan las improvisaciones que se han sucedido en los manejos de Salud, pero también en otros ministerios. Quizá el Ejecutivo aún espere su invitación y tal vez sea la postrera oportunidad de corregir el rumbo.