EDITORIAL

Enfoque regional puede marcar un hito

Desde los tiempos de la emancipación política de España, las naciones americanas se toparon con la disyuntiva de funcionar separadamente o integrar un bloque de territorios que pudiesen enfrentar los desafíos históricos y las coyunturas de transformación en busca de mejores perspectivas para sus respectivas poblaciones. Centroamérica no fue la excepción. El proyecto de unión se embarrancó a causa de rencillas políticas e intereses de grupos. No obstante, la necesidad de actuar en conjunto sigue siendo evidente, y por ello se han emprendido intentos de reintegración, una alternativa cada vez más necesaria para encarar las presiones de una economía globalizada y en bloque.

El miércoles último, el gobierno mexicano anunció detalles de una ambiciosa alianza para generar empleo y mejores condiciones de desarrollo, mediante las cuales busca frenar el éxodo migratorio desde el Triángulo Norte con rumbo a Estados Unidos. No se trata de un parche conveniente, sino más bien de una estrategia multinacional cuya meta es reducir, mediante proyectos productivos, la cantidad de migrantes. Tiene un importante aporte del gobierno mexicano, pero en cooperación de recursos con Guatemala, El Salvador y Honduras.

“Sembrando vida” y “Jóvenes construyendo el futuro” son dos de los proyectos de este emprendimiento, en la cual ya llevan adelantos El Salvador y Honduras, puesto que el gobierno saliente de Guatemala no logró incorporarse a causa del desinterés mostrado por un Ejecutivo empecinado en negociar separadamente un ambiguo y a la fecha secreto acuerdo de tercer país seguro con Estados Unidos, cuyos beneficios incluyen cuotas de empleos temporales agrícolas cuya cifra aún no se determina y que debería abarcar otros ámbitos laborales, así como tener beneficios inmediatos para los connacionales radicados en EE. UU.

México identificó municipios guatemaltecos que son fuertes emisores de migrantes, localizados en San Marcos y en Quetzaltenango, pero es llamativo que el gobierno de ese país haya destacado su interés por emprender la alianza con el gobierno entrante y no con el actual, lo que podría evidenciar su lectura acerca del inconveniente manejo del tema migratorio y de cooperación por parte del actual Ejecutivo. La iniciativa mexicana resulta llamativa, por aclarar sus diferencias de enfoque de la crisis migratoria con Estados Unidos, puesto que al ser una nación latinoamericana cuenta no solo con conocimiento de causa, sino también exhibe una inusual y oportuna apertura hacia el Istmo. Las acciones aún son incipientes, pero constituyen esfuerzos concretos que buscan fusionar esfuerzos de cuatro países.

El pedagogo Juan José Arévalo, considerado aún por muchos como el mejor presidente que ha tenido Guatemala, debido a los avances en materia educativa, laboral y de servicios sociales, hace ya siete décadas, fue el creador de la Fábula del tiburón y las sardinas, en la cual con mordacidad hizo símil de la relación entre la potencia del norte y los países de Latinoamérica, que se encontraban ante el dilema de actuar unidos o dejarse dividir mediante rencillas limítrofes, ideológicas o caudillistas. La crisis migratoria es un drama gigantesco causado por los fracasos de sucesivos gobiernos que cayeron en prácticas de corrupción, ineficiencia o simple continuismo de agendas reactivas. La iniciativa mexicana no será una panacea, pero sí un punto de partida para marcar otro horizonte transfronterizo, y el gobierno entrante de Guatemala tiene desde ya la oportunidad de marcar distancia de su predecesor, siempre y cuando no se deje inocular por paradigmas caducos.

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