EDITORIAL

Expresiones vitales

Aunque las actividades artísticas con público continúan bajo veda preventiva hasta que los indicadores epidemiológicos lo hagan recomendable, es necesario resaltar el aporte constante, creciente y de alta calidad de tantos artistas de diversas expresiones: poesía, música, teatro, comedia y, por supuesto, disciplinas visuales.

El final de los ciclos de confinamiento trae la expectativa de que no se vuelva a necesitar de más encierros preventivos y que la vida colectiva retorne a su rumbo después de tantas semanas de obligado confinamiento en los hogares. A lo largo de cuatro meses y medio, que por momentos parecieron años completos, los recitales de maestros y alumnos del Conservatorio Nacional de Música constituyeron un verdadero oasis, un viaje por otras dimensiones imaginarias sin tener que salir del recinto domiciliar. Al mismo tiempo, significó una ventana de divulgación y reconocimiento para esas vocaciones nacientes que desde ya deslumbran con su virtuosismo y dominio sobre cada instrumento.

La danza, en sus diversas manifestaciones, también constituyó uno de esos deleites estéticos: desde presentaciones costumbristas hasta recitales con fragmentos de obras clásicas: el lenguaje del cuerpo ayudó a mantener la esperanza y a crear nuevos sueños en medio de la adversidad. De hecho, una de las funciones del arte es interpretar las inquietudes y emociones humanas de una manera sublime, pero a la vez hacer eco de las angustias, los dolores y las contradicciones, sobre todo en etapas tan duras como la pandemia, que ha arrebatado tantas vidas y ha dejado luto en centenares de familias.

Algunos artistas escénicos han buscado también la forma de agenciarse de algunos fondos mediante legítimos cobros por acceso a transmisiones en vivo, un ejercicio que quizá hace un año podía parecer impensable. Y es que a menudo se tiene la errónea noción de que el arte es algo gratuito, fácil o simplemente sin un valor monetario. Por el contrario, se trata de una profesión que lleva muchos años de aprendizaje y perfeccionamiento para poder crear espectáculos dignos.

El Ministerio de Cultura anunció recientemente un programa de apoyo económico a artistas en dificultades por la suspensión de actividades. Dicha iniciativa debe tener continuidad, alcance nacional y también una debida rendición de cuentas, lo cual en manera alguna atenta contra la dignidad de los creadores. Resulta lamentable que los reclamos de muchos artistas acerca de la opacidad con que se maneja el Instituto de Previsión Social del Artista no hayan sido atendidos por autoridad alguna, pese a que la gestión de esa entidad ha sido cuestionada desde hace varios años.

Pero para no cerrar este texto con nubarrones, es justo reconocer el papel de los maestros de las escuelas de arte, que han proseguido con las tareas de enseñanza a través de plataformas virtuales y videoconferencias, como un símbolo de la persistencia de la voluntad creativa. Vale recordar el solitario pero reconfortante sonido de las notas del himno nacional que un trompetista guatemalteco interpretó la tarde del 22 de marzo, cuando empezó el toque de queda: fue un toque de genialidad.

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