Editorial
Impune y lesivo desacato de diez meses en la Usac
Suelen invocar, allí sí y de manera falaz, la autonomía, como pretexto.
Con el viejo truco de Fuenteovejuna, intenta el cuestionado rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Walter Mazariegos, seguir detentando un poder despótico, arbitrario y también ilegal. El ardid es mantener sojuzgada a la máxima casa de estudios del país mediante un Consejo Superior Universitario que tiene 37 de 41 integrantes con cargos vencidos. De esta manera, Mazariegos atribuye a decisiones “colegiadas” del CSU cambios inicuos a los reglamentos de elección, impugnación y toma de posesión que le benefician. Y así como en la obra de Lope de Vega, puede decir que no fue él, sino “Fuenteovejuna”.
Mientras tanto, siguen pendientes las elecciones de al menos 32 representantes en facultades y unidades académicas, así como en colegios profesionales. De hecho, ya hay cinco nuevos representantes electos a quienes no se ha dado posesión desde marzo, porque no son alfiles mazariegosos. Se aferra a esa jugada, pero ya están lejanos los días en los cuales recibía apoyo del anterior oficialismo, que quería incidencia en procesos de postulación y elección, que en este 2026 volverán a ocurrir, y en simultáneo. Esa es la razón del afán por proseguir el amaño.
Pero tal sarta de insolencias se ve agravada —por no decir tácitamente avalada— por la laxitud de ciertas entidades, como la propia Corte de Constitucionalidad. El 13 de febrero, el Máximo Tribunal emitió una orden taxativa dirigida al Consejo Superior Universitario: convocar a elecciones para la renovación de sus integrantes. El rector arguyó que los padrones electorales estaban retrasados, entre otras dilaciones. Pero ya pasaron 10 meses y sigue sin cumplir la orden. El 16 de diciembre último, la CC apercibió al CSU y al rector: les dio 48 horas para que se presentara el cronograma de renovación, las cuales ya fenecieron.
Pese a ello, aún no se emite una orden al Ministerio Público para que certifique lo conducente contra Mazariegos y toda su Fuenteovejuna. ¿A qué viene tanta paciencia? La misma CC ha emitido órdenes tajantes y perentorias al Congreso y al Ejecutivo para otros propósitos de cumplimiento de la ley. ¿Cómo explicar tanta tolerancia hacia quienes, en abierto desacato, mantienen secuestrada a la institución que debería ser modelo de cumplimiento ético y legal?
Suelen invocar, allí sí y de manera falaz, la autonomía, como pretexto. Pero es inválido. Ninguna autonomía es ni debe ser amparo de amaños e ilegalidades. Casi podría compararse el caso con la mediocridad de la anterior directiva de la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala, gracias a la cual el Estadio Nacional Doroteo Guamuch es hoy un cuenco vacío y horadado, después de un año sin avance en la remodelación. Pero en el caso de la Usac el daño es mucho peor, porque impacta en más de cien mil estudiantes y en la vida de millones de guatemaltecos a través de procesos de designación y postulación en los cuales este rector intenta ser titiritero de alfiles con investidura vencida.
Sí, modificaron reglamentos internos para tratar de dar apariencia legal a la permanencia ilícita en los cargos, pero tal leguleyada es inconstitucional y, además, la retroactividad de la ley solo aplica cuando beneficia al reo. Tal vez esperan serlo si continúan en su desacato. En todo caso, el Ministerio Público también ya debería tener de oficio una pesquisa a través de su Unidad contra la Usurpación, que en estos días consiguió revocar un cierre de proceso contra dos estudiantes señalados por la ocupación del Paraninfo Universitario durante las protestas contra Mazariegos. Si así es de estricto con ellos, cuánto más no debería serlo ante un desacato constitucional.