EDITORIAL

Incertidumbre es un mal que debe erradicarse

Denota cierta miopía la afirmación del director del Sistema Integral de Atención en Salud, durante una citación parlamentaria, acerca de que no veía “razones epidemiológicas” para priorizar la vacunación de maestros que estuvieran impartiendo actualmente clases a distancia. Ese distanciamiento es obviamente preventivo y solo se podrá revertir por medio de la inmunización. Por ello tampoco extraña, y no deja de ser lamentable, la falta de una logística clara, a estas alturas de la pandemia, para administrar las dos dosis a más de unos 250 mil docentes —dato del Mineduc— de los sectores privado y público.

Suele decirse que asumir una postura sin fundamentos puede ser el comienzo invisible de un desastre, y la pretendida vacunación magisterial lo ejemplifica: se dan por sentadas situaciones que nadie ha consensuado, coordinado ni comunicado de manera pública e indubitable. El Ministerio de Educación afirma que será un proceso del cual se encargará el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, pero esta institución parece no estar enterada aún y, en todo caso, tampoco dispone de las vacunas, que le debe entregar el Ministerio de Salud.

Los maestros figuraban en una tercera fase de vacunación, pero debido a la presión ciudadana por un regreso a clases lo más pronto posible, finalmente quedaron en el segmento denominado 2-d, con lo cual se aproxima el momento de que sean debidamente organizados y citados para acudir a centros de vacunación en todo el país, de manera ordenada, eficiente y rápida. Unos 150 mil docentes pertenecen a establecimientos públicos, y aún no se cuenta con un dato exacto del sector privado, por lo que solo se hacen cálculos.

Esta incógnita amenaza la celeridad y también la calidad de la vacunación, pues no puede haber espacios para la evasión de este requisito, indispensable para un retorno más seguro a las aulas. La Asociación de Colegios Privados aglutina a un buen número de planteles; sin embargo, existen variables pendientes de definir como cuántos de estos centros siguen en funcionamiento, cuánto personal tienen después de año y medio de pandemia o cuántos de ellos están efectivamente afiliados al Seguro Social. Hace tan solo unos días se sugería en este espacio editorial hacer una evaluación masiva de los resultados del aprendizaje en todos los niveles. Conocer cuántos maestros están laborando en el país podría ser el primer paso para tal examen.

Algunos grupos de padres de familia han reclamado por varias semanas que se coordine el retorno a clases físicas, sobre todo para beneficio del desarrollo psicosocial, mejora en la efectividad del aprendizaje y para poder tener certeza del tiempo dedicado a tareas educativas, lo cual hasta ahora precisa de una supervisión directa o indirecta en el hogar. Si bien invocan el derecho constitucional de decidir la educación de sus hijos, lo que está en juego en este momento es la protección de la integridad física, que en un escenario de millones de vacunas pendientes se convierte en una especie de ruleta rusa viral.

Las direcciones departamentales están llamadas a comunicar a los maestros activos sobre el mecanismo para registrarse en la plataforma establecida para el efecto, pero a su vez el propio Ministerio de Salud debe habilitar este acceso, a fin de dar tiempo suficiente para la convocatoria e instrucciones claras que eviten aglomeraciones innecesarias o confusiones que conduzcan a incidentes desgastantes.

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