EDITORIAL

Innovación marca el futuro industrial

Innegable pilar básico de la economía nacional es la actividad industrial en todas sus ramas, de las cuales dependen decenas de miles de empleos, directos e indirectos. A causa de la pandemia se vio fuertemente golpeada, sobre todo por la alteración de ciclos de comercio, las restricciones de locomoción y la suspensión o reducción de pedidos, internos o externos. Sin embargo, aun con los meses de actividad a media marcha, empresas guatemaltecas de todo tamaño mantienen puesta la vista en grandes objetivos, en recuperar exportaciones y encontrar nuevos mercados.

Este 2020 cumple 25 años el Congreso Nacional Industrial, evento que se desarrolla en línea debido a las circunstancias sanitarias, pero que mantiene su esencia al ofrecer foros de experiencias, disertaciones con análisis de oportunidades y entorno de inversiones, así como unificar llamados a la transformación del modelo productivo nacional. El covid-19 representa un factor adverso para toda la sociedad guatemalteca y por ello se propone que a la par de la prevención y todos los protocolos de seguridad laboral, se impulse de manera decisiva la continuidad de las actividades que generan riqueza y, por lo tanto, ingresos para el Estado. Así también se demanda una mayor certeza jurídica, mejores incentivos para las inversiones y apoyo a la innovación.

Se trata de planteamientos muy concretos, en un momento crítico a nivel global, pero que puede representar la oportunidad para que el país trace mejoras competitivas, por supuesto, con el concurso de las instituciones de Gobierno, que deben coordinar agendas con un enfoque pragmático: propiciar el crecimiento económico y el desarrollo humano.

Pero hay que ser realistas: el Ejecutivo guatemalteco, sacudido por la gestión de la pandemia, aún se encuentra en el inicio de una tardía reacción ante el golpe económico. Posiblemente a causa de la incertidumbre de los meses de confinamiento, pero también por la poca visión de cuadros medios y altos, la agenda de reactivación apenas se presentó hace tres días, con un conjunto de declaraciones de intenciones, la mayoría de las cuales carece de indicadores de evaluación y seguimiento para auditar avances. Incluso peor, algunas de las esperanzas productivas descansan en hipótesi; es decir, en esperar a ver si el Congreso se logra ponerse de acuerdo para aprobar una lista de leyes pendientes.

Sin embargo, más allá de esperar a que políticos y funcionarios asuman una actitud proactiva, queda en los sectores productivos la posibilidad de conciliar una agenda que priorice tres campos: innovación, la búsqueda de nuevas áreas de desarrollo empresarial, y en especial en el segmento digital, electrónico y de servicios. En segundo lugar, la transformación del talento humano, de todas las edades y con mayor énfasis en los jóvenes, para que adquieran capacidades que les permitan insertarse en el mercado laboral y también generar negocios. Y precisamente allí entra el tercer campo: el fomento de iniciativas de emprendimiento, personales o en equipo, relacionadas con educación, comunicación, creación de productos como videojuegos, aplicaciones o soluciones de vida cotidiana. El camino para facilitar la expansión de estos campos fértiles a la creatividad puede venir a través de becas, capitales semilla, alianzas con comunidades o instituciones educativas. Para tener resultados diferentes hay que tomar caminos innovadores y desafiantes.

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