EDITORIAL

Intecap es modelo de éxito y servicio

A pesar de que hoy el modelo didáctico y proactivo del Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (Intecap) es altamente elogiado e incluso famoso a escala internacional, su creación no fue fácil hace 50 años. Desde principios del siglo XX se sucedieron varios esfuerzos estatales orientados a la formación de mano de obra especializada y mejora del talento, pero tuvieron limitada duración. El Congreso finalmente aprobó el decreto 17-72 que dio vida al Intecap, se esperaba su publicación en el diario oficial el 1 de mayo, pero por las polémicas subsiguientes entró en vigencia el 19 de mayo de ese año.

Se trata de una institución emblemática y visionaria. Desde su nacimiento fue una alianza público-privada cuando todavía dicho término no existía. Surgió con carácter descentralizado, sin fin lucrativo, patrimonio propio, fondos privativos y libertad de derechos y obligaciones. Su objetivo sigue siendo potenciar la productividad laboral, empresarial y nacional a través del desarrollo del recurso humano en diversas disciplinas. Sus primeros cursos se orientaron a la formación de mano de obra artesanal e industrial, pero también a la capacitación de cuadros gerenciales medios, tal como lo muestran sus primeras convocatorias publicadas en medios impresos.

Cinco décadas han transcurrido y en ese lapso más de siete millones y medio de guatemaltecos han sido recipiendarios de conocimientos en constante actualización. En el presente existen más de 400 opciones de cursos y talleres, desde Panadería hasta Diseño Gráfico, Mecánica y dominio del idioma inglés. Las pautas han sido marcadas por la demanda de aptitudes de las empresas, pero también por las tendencias tecnológicas.

El aporte del Estado se conjuga con una administración a cargo del sector privado para configurar una entidad de verdadero servicio nacional. De aquella primera sede en la 12 calle de la zona 1, el Intecap se ha extendido a los 22 departamentos del país, con delegaciones y centros de capacitación enfocados en cuatro sectores de crucial importancia para la economía nacional: agropecuario, industrial, comercio y servicios. Mucho antes de que la pandemia hiciera necesaria la teleformación, dicha institución ya impartía cursos a distancia, con la misma calidad y exigencia de los presenciales.

Hay programas de certificación que permiten a personas de larga experiencia en un oficio técnico como albañilería, herrería o electricidad completar sus conocimientos y demostrar su pericia a fin de obtener una acreditación que no solo amplía sus oportunidades, sino que garantiza un desempeño de calidad para sus clientes, lo cual, a la vez, posibilita mejora de ingresos o arranque de emprendimientos.

El manejo transparente de recursos y el carácter apolítico de la entidad son factores fundamentales para su prolongada existencia, en constante evolución y con un compromiso de excelencia. Cabe destacar el papel de Ricardo Castillo Sinibaldi como presidente de la entidad o integrante de la directiva por parte de la Cámara de Industria. Su prestigio llevó incluso a la creación de la presea que lleva su nombre, para reconocer a personas y empresas destacadas en el servicio a la Nación. Justo en esta confluencia de identidad, afán de mejora constante y apego estricto a sus estatutos fundacionales se encuentra el gran secreto de permanecer vigente por medio siglo con la frescura y proactividad de aquel mayo de 1972.

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