EDITORIAL

Integración debe abarcar área conurbada

La metodología de búsqueda y gestión de soluciones integrales para los problemas metropolitanos cobró fuerza hace más de tres décadas en varios países, pero debido a los criterios obtusos de ciertas administraciones municipales guatemaltecas, tal confluencia de esfuerzos se vio desalentada por lustros. El surgimiento de la Mancomunidad del Sur, formada por las alcaldías de Villa Nueva, Amatitlán, Villa Canales, Mixco, San Miguel Petapa y Santa Catarina Pinula, hace 7 años, fue un paso decisivo en la ruta de las soluciones.

El territorio abarcado por estas comunas alberga al menos a una quinta parte de la población total del país, por efecto del crecimiento poblacional, las migraciones internas y las carencias de empleo y servicios en otras regiones del país. En septiembre pasado, la capital se integró a esa iniciativa, cuyo gran objetivo es manejar un plan regional de desarrollo urbano, generar un uso más ordenado del territorio, solucionar problemas comunes y optimizar los limitados recursos disponibles.

El manejo de desechos sólidos, el aprovisionamiento de agua, el transporte de pasajeros y las dificultades de tránsito figuran dentro de los desafíos más urgentes. No son los únicos, puesto que también hay situaciones complicadas referentes a los asentamientos humanos en áreas de riesgo, el control del uso residencial, comercial o industrial de los territorios, la conservación de áreas verdes o el mejoramiento de drenajes. Los integrantes de la Mancomunidad trabajan bajo la óptica de que nadie puede trabajar solo en la solución de problemas masivos, y por ello resulta un hito su presencia en la Comisión de Finanzas del Congreso, a fin de pedir fondos para proyectos.

Ahora bien, todavía hace falta avanzar más en la integración de otros municipios del cinturón metropolitano, aledaños a la capital y que no se encuentran unidos al esfuerzo común por encontrar alternativas viables para mejorar la calidad de vida de sus pobladores.

Por ejemplo, resulta impostergable que se retome el proyecto de Anillo Regional, que permita la conexión ágil de todo el tránsito interoceánico e interregional, que actualmente se ve obligado a cruzar bulevares capitalinos, con el consiguiente congestionamiento y retrasos. No es una empresa sencilla ni inmediata, pero ha perdido varios lustros y podría representar un ahorro de miles de millones de quetzales en costo de oportunidad. Para su replanteamiento y desarrollo se necesita de una modalidad administrativa intermunicipal sin precedentes. Lo mismo puede ocurrir con nuevos modelos para el manejo y tratamiento de desechos sólidos o la gestión, preservación y cuidado del recurso acuífero, el cual también precisa de una nueva Ley de Aguas, en la cual las comunas podrían figurar como principales promotoras propositivas.

Los escudos políticos deben quedar atrás, incluso cuando retornen los tiempos electorales, puesto que los sectarismos en poco o nada han contribuido a la solución de ingentes demandas urbanas. Por el contrario, fueron personalismos rezagados los que bloquearon el diálogo intermunicipal, y no deben volver a repetirse. A futuro, cualquier aspirante a alcaldías del área conurbada debe comprometerse con el trabajo colaborativo, con la búsqueda de sinergias y con un abordaje integral de los desafíos, centrado en el servicio a los vecinos, la atención a las comunidades, y no en agendas politiqueras.

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