EDITORIAL

La Navidad que nadie esperaba, pero llegó

No se malentienda el título de este texto. La Navidad es una de las ocasiones más esperadas, queridas y anheladas del año. Su profundo significado espiritual y la fuerte carga de sentimientos nobles, positivos y fraternos que suscita la convierten en una época propicia para acciones solidarias y renovación de esperanzas. El caso es que a comienzos de este año nadie imaginaba, y mucho menos deseaba, que esta Nochebuena 2020 se viviera bajo la sombra de una pandemia.

En marzo último, los pronósticos más optimistas apuntaban a que la situación podría estar bajo control en septiembre u octubre. Sonaba a una especie de alivio. Sin embargo, algunos científicos y expertos del mundo tecnológico trazaban un escenario de pandemia que se extendería hasta finales de 2021, lo cual se hace cada vez más probable, aunque sea difícil de aceptar. No es fatalismo ni pesimismo. Nadie deseaba vivir las festividades de fin de año, tan colmadas de luces, de ilusiones y de alegría, bajo el asedio del covid-19. En parte, ello explica la nueva ola de saturación de los intensivos en los hospitales del país, puesto que a partir de noviembre comenzó un lento descuido colectivo de las precauciones repetidas hasta la saciedad: uso correcto de mascarilla, distanciamiento social y desinfección constante de manos.

Nadie quería una Navidad sin poder visitar a familiares y amigos, nadie deseaba una Navidad sin las tradicionales posadas, nadie esperaba que la Navidad de 2020 fuera de alguna manera la evocación de la pandemia de gripe que el mundo padeció un siglo atrás. La ausencia de más de 4 mil 600 guatemaltecos fallecidos se sentirá esta noche, pero la mejor manera de conservar su memoria es con amor y gratitud.

Es necesario resaltar que existen lugares en donde la Navidad transcurrirá en un albergue, como ocurre por ejemplo en Campur, Carchá, Alta Verapaz, cuyo casco urbano continúa sumergido a causa de las lluvias de Iota y Eta. En Izabal, Zacapa y Quiché, muchas comunidades viven en incertidumbre a causa de la pérdida de cosechas, animales y enseres, por las inundaciones de noviembre. A ello se suma la desnutrición que afecta a miles de niños, dentro y fuera del llamado Corredor Seco.

Decenas de familias viven la agonía de tener a un familiar desaparecido, o la profunda pena de haber perdido a un ser querido por hechos de violencia o algún padecimiento de salud, aparte del covid-19. El año difícil ha golpeado sobre todo al sector turístico y se han perdido miles de empleos directos e indirectos en destinos usuales de visita. En bulevares y plazas se puede observar a personas que ondean banderas blancas, símbolo inequívoco de carencias que buscan un poco de solidaridad.

Pero es precisamente la capacidad de compartir, la que más ha brillado en medio de la oscuridad. Es ese espíritu de generosidad el que marca la diferencia. La serie 21 días de dar felicidad, que Prensa Libre presenta como una tradición anual, constituye una exaltación de los esfuerzos de personas y grupos por llevar alegría, consuelo, víveres, regalos y alimentos a quienes más lo necesitan. Esos actos de solidaridad simbolizan la fraternidad entre guatemaltecos, que ninguna pandemia podrá llevarse. Es por ello que a pesar de todas las vicisitudes, esta Navidad puede ser más luminosa y cálida que las anteriores, porque las mismas circunstancias obligan a valorar con mayor profundidad la vida y la familia. Es por ello que le deseamos una verdadera noche de amor y paz.

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