EDITORIAL

La niñez como guía

Los gobernantes, los diputados, los alcaldes, los funcionarios, los comités comunitarios y todas aquellas personas vinculadas con la gestión de recursos públicos de las comunidades, municipios y departamentos del país pueden guiarse en sus objetivos, en caso de no contar con suficiente claridad, a pesar de tantas leyes y reglamentos, en una pregunta muy sencilla: ¿Esto favorece la construcción de un futuro mejor para los niños de Guatemala?

La observación parece obvia, pero a decir de los resultados en la lucha contra la desnutrición, de los avances reales en la mejora de cobertura y calidad de la enseñanza escolar, de la prestación de servicios de salud preventiva no vinculada con el covid-19, es claro que la infancia es con frecuencia un pretexto lírico, una excusa políticamente correcta y hasta tema recurrente de las tomas de posesión presidencial, pero no un verdadero hilo conductor de las políticas de Estado. Muchos niños desnutridos y sin oportunidades llegaron a ser padres de más niños desnutridos y con aún menos oportunidades, debido a que la competitividad global, la digitalización y la exigencia de capacidades laborales se han transformado aceleradamente, mas no así la respuesta de los estamentos estatales, que sigue ligada a agendas cortoplacistas, a criterios clientelares, prejuicios y miopías causadas por incapacidad técnica, falta de exigencias de calidad y cuentadancia a lo interno de entidades públicas.

Niños guatemaltecos, que obviamente no tienen ninguna agenda política ni siguen dicotomías ideológicas como las que artificiosamente se trata de implantar para dividir a la opinión pública, presentaron decenas de dibujos al concurso convocado por Prensa Libre con motivo del bicentenario de Independencia. Creatividad, inocencia, sinceridad y también grandes sueños se combinan en estas creaciones, de trazos sencillos, pero muy decididos.

Los anhelos de una Guatemala con paz, progreso, armonía, caminos de superación y también muchos más árboles se ven reflejados en estas obras de arte, entre las cuales un jurado imparcial seleccionó seis, una tarea que resultó difícil debido a la gran expresividad puesta de manifiesto por estos guatemaltecos de corta edad.

Es justo ese conjunto de colorido talento y claros mensajes dirigidos a pedir una mejor conservación natural y un país mejor encaminado hacia la prosperidad el que motiva la presente reflexión. Si bien el esfuerzo colectivo descansa sobre todos los guatemaltecos en edad productiva, que a diario cumplen con sus obligaciones laborales, legales y tributarias, existen poderes del Estado encargados de cumplir con las garantías fijadas en la Constitución. Cualquier incumplimiento, realización mediocre, desvío de recursos o amaño en el uso del erario atenta contra tales garantías y, por lo tanto, amenaza el porvenir de la niñez. Existe un dicho referente a que los niños nunca mienten y, en efecto, los paisajes, los rostros y las escenas imaginarias elaboradas con lápices, crayones y marcadores constituyen un desafío para autoridades y funcionarios. Quien no pueda entender un mensaje a tal nivel de sencillez solo exhibe insensibilidad e indolencia.

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