EDITORIAL

Más allá de la vida

Hablar acerca de algo más allá de la vida puede sonar a cuestiones escatológicas, espirituales u otras dimensiones de la existencia. Sin embargo, en este caso, se intenta aludir a la posibilidad de que una persona, al fallecer, quizá en una circunstancia lamentable como un accidente de tránsito, pueda contribuir voluntariamente a brindarle a otra persona la oportunidad de tener una vida mejor. ¿Cómo así? A través de la donación de órganos, una cultura que en muchos países ha sido totalmente normalizada, pero que en nuestro país todavía está sujeta a ambigüedades legales, a decisiones emotivas e incluso a simple desconocimiento de esta posibilidad.

Las enfermedades renales constituyen un mal de creciente incidencia en el país. Con mucha frecuencia es padecida por personas jóvenes que se ven atadas a tratamientos de hemodiálisis, prácticamente de por vida, a menos que obtengan la donación de un riñón. Padres o madres suelen estar dispuestos a dar uno de estos órganos a sus hijos, pero por problemas de incompatibilidad, edad o enfermedades previas no procede dicha acción. Es allí donde surgen llamados para comprometerse como donadores de órganos y de hecho existen personas que los ofrecen en caso de llegar a fallecer prematuramente. Sin embargo, debido a que la ley de donación todavía no ha sido aprobada, la entrega definitiva de un riñón o córneas queda a discreción de los familiares. Suele ocurrir que se oponen a la extracción por motivos sentimentales, y pueden tener cierta justificación. Sin embargo, también podrían pensar que una parte de su ser querido vivirá en otra persona y, a su vez, le permitirá una nueva existencia.

Lamentablemente, existen todavía muchos prejuicios acerca de las donaciones, y quizá el principal sea que en el país son pocas las operaciones de este tipo. Por el contrario, en hospitales nacionales y privados, así como en el Seguro Social, se practican con cierta frecuencia y con alto grado de posibilidades de sobrevivencia de los pacientes, quienes por supuesto quedan sujetos a terapias inmunológicas y a prácticas sanas de nutrición.

En el reportaje principal de este domingo, se presentan las historias de guatemaltecos que se aferran a la vida con valentía y fe. El apoyo de sus familias es un ingrediente fundamental para mantener el ánimo en alto.

Podrían ser muchas más las personas favorecidas con este anhelado regalo vital, pero la tardanza legislativa les representa un costo de oportunidad enorme, que no puede ser equiparado ni compensado con nada, puesto que es tiempo de vida. Bien haría el Congreso de la República si dejara esa nefasta actitud de indiferencia que los llevó a estar ocho meses sin aprobar una ley de vacunas. No es la única deuda, y si bien proviene de legislaturas anteriores, no deberían dejársela a posteriores diputados.

Terminar de discutir con seriedad y aprobar con celeridad la ley de donación de órganos y tejidos, vivos o cadavéricos, sería un auténtico legado para muchas familias, para la ciencia médica y también para el país. La espera ha sido ya demasiado prolongada y difícil como para darle más largas al asunto.

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