EDITORIAL

Migrantes continúan siendo relegados

A diferencia de la campaña electoral anterior, prácticamente ningún candidato ha presumido de ir a visitar a las comunidades de migrantes guatemaltecos en Estados Unidos, pese a que se trata de un sector que aporta cerca del 10 por ciento del producto interno del país, mediante el envío de remesas para sus familiares.

Algunos partidos incluyen a contados migrantes dentro de sus nóminas a diputados, pero no necesariamente figuran en casillas con oportunidad real de lograr una curul, y aun en el caso de conseguirla, hay precedentes nada promisorios de personajes que una vez en el Congreso se dedicaron a apoyar toda suerte de pactos, mas no a velar por mejoras consistentes para quienes tuvieron que salir del país por causas económicas o políticas.
El actual presidente hizo visitas a comunidades de guatemaltecos en el 2015, cuando era candidato. Antes de asumir pidió al presidente interino, Alejando Maldonado, que nombrara como comisionado presidencial honorario a Marvin Mérida, quien apoyó sus giras por varios Estados e incluso habría recaudado fondos, una situación que no llegó a investigarse del todo.

Mérida, quien no tenía un estatus legal en Estados Unidos, tampoco tuvo una figura legítima como diplomático, pero emprendió un cabildeo contra Todd Robinson, quien en aquellos días estaba por finalizar su período como embajador en Guatemala, razón por la cual Mérida fue destituido, pero nunca procesado por abuso de funciones; incluso llegó a perderse la evidencia, que consistía en la carta que dirigió a un senador estadounidense, abusando de su cargo simbólico. El Gobierno no volvió a nombrar a nadie en un puesto similar para dar seguimiento a las prioridades migrantes.

A la fecha continúan los reportes de problemas en la emisión y entrega de pasaportes, al igual que con los documentos de identificación personal. Para abril de 2017 la decepción de los guatemaltecos en EE. UU. era tangible, al punto de que a la inauguración de un consulado en Florida, a la cual asistió el mandatario, se prohibió el acceso a migrantes que llevaran pancartas o intentaran cuestionarlo. Dos años después, la credibilidad de Morales se ha desplomado en Guatemala, según revelaron los datos de la Encuesta Libre, por lo que no sería extraño que se le perciba de una forma similar en ese país del norte.
La situación migratoria se ha agravado durante el gobierno efecenista, al punto de que la mayoría de los miles de detenidos en la frontera estadounidense son guatemaltecos de todas edades, incluyendo grupos familiares y menores que viajan solos, en un desesperado escape del hambre, el desempleo y la falta de oportunidades.

El apoyo oficial a los detenidos guatemaltecos ha sido timorato, limitado a declaraciones políticamente correctas, por temor a perder los réditos políticos ganados ante funcionarios de Trump. Las muertes de los niños Jakelin Caal y Felipe Gómez no han merecido ningún reclamo diplomático adicional. Para colmo de males, la Comisión Nacional del Migrante (Conamigua) se ha caracterizado por su total abulia. No solo se dedicó a rentar oficinas de Q300 mil al año, sino que tampoco da explicaciones del gasto de Q7.5 millones en asesorías, estudios y campañas. Mientras tanto, los migrantes siguen contribuyendo con la economía, a pesar de tanto desamparo.

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