EDITORIAL
Ómicron recuerda la imperiosa cautela
Aún falta 60% de la población en edad de vacunación por completar el esquema de inmunización. El avance en el proceso de aplicación de dosis ha sido lento e ineficiente, en parte por el suministro del fármaco, pero también por las deficiencias logísticas para la conservación de dosis, sobre todo en la provincia. Además, falta un sistema serio de citas, por grupos horarios, que prevenga las aglomeraciones alrededor de centros de vacunación, y pero ello se precisa de mejoras en las primeras dos mencionadas.
Las personas que se rehúsan a vacunarse, bajo argumentos dogmáticos, deben tomar en consideración que prácticamente cualquier credo religioso sostiene el principio de amor al prójimo. Esto abarca a veces hacer sacrificios en favor del bien común. Quienes tienen miedo a efectos secundarios de la dosis deberían poner atención a las cifras: por cada 10 mil vacunados, solo siete han reportado algún tipo de molestia colateral, y en la mayoría de casos son leves. Protegerse de un mal que ya ha matado a casi 16 mil guatemaltecos parece la opción más sensata para aumentar las posibilidades de superar esta dura prueba, en caso ocurra un contagio.
El relativo alivio de casos graves ha causado, sin embargo, un relajamiento peligroso en la conducta social: cada vez crece el irrespeto al uso de la mascarilla, cada vez más hay saludos de mano o beso, las reuniones sociales se han revitalizado y pueden acrecentarse más —con todo y descuidos— en la época de convivios de fin de año. Si bien los aforos están establecidos y los hoteles o restaurantes suelen seguir estas directrices, también hay fiestas en viviendas, en una comprensible pero arriesgada ansia por la normalidad previa.
La variante ómicron del coronavirus se convierte en un nuevo motivo de alerta nacional y mundial. Su origen se señaló primero en Sudáfrica, pero luego se reportaron casos previos en Europa. Ya se anunció el primero en Estados Unidos y sin duda será cuestión de tiempo para que llegue a Guatemala. Las autoridades ordenan prohibiciones para vuelos provenientes de ciertos países, pero las fronteras terrestres continúan tan porosas como siempre.
Expertos han resaltado ya las mutaciones que caracterizan a esta cepa viral, contra la cual las actuales vacunas no representan el mismo nivel de protección que las anteriores, pero al menos sí brindan alguna posibilidad de resistir mejor la infección. La sintomatología es similar y la severidad hasta ahora no llega a exhibir cuadros mortales. Aún así, la variante ómicron y las que vengan después plantean la necesidad de mantener los cuidados repetidos hasta el cansancio y que han demostrado su efectividad: lavado y desinfección de manos, distanciamiento social, uso constante y correcto de mascarilla y atención inmediata con prueba de detección ante cualquier indicio sospechoso. Finalmente, la posibilidad de vacunación continúa abierta, y sin duda será necesaria una tercera dosis a futuro, ojalá y ya con las actualizaciones necesarias.
No se trata de sembrar el temor o de crear paranoia. Se puede vivir con serenidad, pero también con cautela, ante una amenaza que todavía no cesa. El sistema de Salud, con todo y sus limitaciones, prosigue las labores de inmunización, sobre todo en menores, de cara a un posible reinicio de clases en el 2022 bajo modalidad híbrida. Es necesario que el país siga su avance y su recuperación, pero ello solo tiene sentido y propósito si se resguarda al máximo la salud de sus habitantes.