EDITORIAL

Perspectivas que marcan realidades

No terminan aún los efectos de las pasadas restricciones sanitarias y se mantienen los impactos de la disminución en ciertas áreas de consumo a causa de la priorización de gasto que efectúan familias guatemaltecas cuyos ingresos se vieron menguados por pérdida de oportunidades de negocio, desempleo, finalización o pausa de contratos. Así también son numerosas las empresas, pequeñas y grandes, que aún enfrentan retos de flujo de capital, disponibilidad de recursos para adquirir mercadería o materias primas, así como factores de incertidumbre acerca del panorama económico nacional e internacional.

La actividad comercial, industrial, manufacturera y exportadora busca recuperar terreno y oportunidades de expansión. Esto se dificulta sobre todo porque la demanda de ciertos productos tiene sus altibajos a causa de las restricciones sanitarias en otros países, cambios en los mercados internacionales o reducción de pedidos. Aun así, poco a poco se abren espacios de prudente optimismo, lo cual se refleja en evaluaciones como la efectuada periódicamente por el Banco de Guatemala.

En el segundo mes de reactivación total, la tendencia a la mejora en la confianza en el clima de negocios se mantiene, aunque todavía no está en niveles óptimos. No obstante, se registra una expectativa positiva para el siguiente semestre. Por supuesto, esto es una evaluación de percepciones, pero en el terreno económico la percepción optimista tiene su importancia, especialmente cuando se está saliendo de una dura etapa de cierre sanitario.

Al consultar sobre la evolución del ambiente para los negocios y las inversiones en el sector privado, un 57.9% de entrevistados considera que mejorará, en tanto un 42% estima que se mantendrá como hasta ahora. Es decir, seis de cada 10 empresarios poseen una perspectiva de mayor crecimiento y dinamismo, lo cual es muy importante de cara a la recuperación productiva y a la mejora competitiva. Si bien es cierto que todos los encuestados ven un deterioro económico respecto del 2019, hay una amplia mayoría confiada en la mejora.

No puede existir expectativa de crecimiento si no hay inversiones, y el estudio del Banguat también logró determinar que seis de cada 10 empresarios las efectuarán en el próximo semestre, según su giro de negocios. Esto implica compras de insumos o maquinaria, emprendimientos, aperturas de locales o estrategias de mejora en la producción de bienes y servicios. Tampoco se debe perder de vista que un tercio de los evaluados califica todavía de poco adecuado el momento para invertir. De hecho, el Índice de Confianza de la Actividad Económica (Icae) se situó en 52.24 puntos, levemente menor a los 53.38 puntos que tenía en septiembre.

El panorama económico no es solo una abstracción numérica o un entramado de percepciones, puesto que depende de las decisiones de personas, comunidades e instituciones. Dentro de estos factores concretos resulta muy importante el papel del Estado como garante de la certeza jurídica, de la seguridad pública y del correcto uso de recursos públicos, aportados por los contribuyentes. La transparencia es tan fundamental como un equilibrado manejo del gasto. Todo endeudamiento para financiar al Estado tiene sentido si sirve para inversión y no para dispendios estériles u opacos. Ante la ya próxima discusión del presupuesto 2021, el mismo debe servir para generar certeza y confianza, no incertidumbres.

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