EDITORIAL

Realidades que precisan de urgente inversión

Multicausales y atadas tanto a factores globales como a deficiencias estructurales nacionales, las brechas de desarrollo humano de Guatemala y la gestión gubernamental impactan en la competitividad del país como nunca antes y retroceden las perspectivas a los niveles del nefasto gobierno eferregista, cuya cauda de clientelismo, opacidad y confrontación no había tenido parangón, hasta ahora.

Los indicadores de competitividad del país evaluados por el Foro Económico Mundial son elocuentes y ajenos a cualquier pugna polarizante. Entre las causas de la caída de 20 puestos en cuatro años: los retrocesos en la lucha contra la corrupción, la ineficiente gestión del tema vial y la criminalidad, que continúa su azote, sobre todo a través de extorsiones que golpean tanto a grandes empresas como a pequeños emprendedores.

Los sectores productivos nacionales proponen alternativas, desde su área de especialidad económica, para potenciar las inversiones en diversas áreas, generar más oportunidades de empleo, más recursos fiscales y mejores perspectivas de bienestar para los guatemaltecos. Son objetivos lógicos en los cuales deben confluir esfuerzos privados y públicos. Sin embargo, hay otro tipo de inversión que se hace necesario emprender de forma paralela, sostenida y masiva, entendiendo el término invertir en su primera acepción según el Diccionario de la Lengua Española: “Cambiar el orden, la dirección o la posición de una cosa por los opuestos”.

Se necesita invertir la precariedad prevaleciente en cientos de escuelas nacionales, aquejadas por deficiencias de mobiliario, edificios dañados, insuficiente espacio, carencia de maestros y falta de computadoras y conectividad que permitan brindar una instrucción acorde a los exigentes tiempos que vivimos aprovechando numerosos recursos didácticos que se encuentran en la red.

Se necesita invertir la inercia en la formación de diversificado, que continúa creando oficinistas, contadores y bachilleres sin las debidas destrezas y habilidades laborales, entre las cuales figuran el uso de herramientas digitales, dominio del idioma inglés, razonamiento matemático, comprensión lectora y programación informática.

Se necesita invertir el paradigma corrupto que ha conducido a las contrataciones de personas incapaces en el aparato público, por compadrazgos o recomendaciones políticas, un patrón perverso que ha conducido a un crecimiento brutal de la burocracia, que además de ser un botín clientelar, manipula las dignísimas reivindicaciones laborales para amparar pactos lesivos.

Se necesita invertir el uso inmoral de legalismos bajo los cuales se justifican gastos estatales en viandas, trajes, viajes, vehículos de lujo y hasta decoraciones suntuosas, para dedicar tales fondos a servicios públicos de salud y maternidad.

Por supuesto se necesita invertir el repunte de la desnutrición aguda y crónica registrado durante el actual gobierno, un lastre que marca las vidas de miles de niños desde antes de nacer y que requiere no solo de un gobierno más humano y consciente, sino de una ciudadanía que salga de su zona segura y se atreva a encontrar a esa familia necesitada, puesto que este azote, por efectos de la migración interna, golpea en áreas rurales pero también en el corazón mismo de la metrópoli.

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