EDITORIAL

Reunión bilateral a dos semanas de elecciones

Es relevante la revitalización del turismo mexicano por tierra hacia Guatemala.

Pocas sorpresas tienen ya las reuniones entre presidentes  de México y Guatemala, debido a reiterados ofrecimientos, reciclados puntos de “acuerdo”, declaraciones de intenciones parafraseadas y más bien pocas consecuciones a lo largo de décadas. No quiere decir que no haya avances en el intercambio comercial o en la llegada de inversiones privadas a la zona fronteriza, pero se deben más a la agilidad de cuadros burocráticos medios y, sobre todo, a la iniciativa de empresas privadas que buscan eficiencias, incrementos de productividad y mejoras logísticas, con lo cual generan empleos y esperanzas, aunque bajo el asedio intermitente de mafias de contrabando, trata y narco.

Dicho sea lo anterior para enmarcar la reunión en Tapachula, Chiapas, entre el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, y el mandatario saliente de México, Andrés Manuel López Obrador, a quien solo le restan cuatro meses en el cargo. Para Arévalo es un reconocimiento político que solo tendrá peso si hay resultados distintos tangibles.   López expuso planes como si fuera para largo; es decir, era un mensaje de campaña electoral, dados los señalamientos de ineficiencia, retraso y opacidad  en varios de sus proyectos insignia, entre ellos el llamado Tren Maya, cuya interconexión con Guatemala ofreció.

De hecho, en  tiempos de Alejandro Giammattei se trazaba que el tren llamado Interoceánico mexicano  entraría hasta Guatemala; dicho exmandatario ofreció por su lado un “tren rápido” que nunca se hizo realidad. En el encuentro también se mencionó el plan “Sembrando vida”, de reforestación, cuyos resultados concretos y cuantificables en Guatemala se desconocen, y   en el país vecino ha sido señalado de opacidad en cuanto al uso de los fondos, por parte de medios periodísticos independientes, a los que López detesta.

No faltó el tema de la migración, con las consabidas consignas de brindar un trato más humano a quienes cruzan el territorio mexicano en busca de la frontera sur de EE. UU. Se habló de seguridad, pero en el comunicado oficial guatemalteco se evitó la mención de la palabra “narco”, pese al asedio de tales grupos, sus reyertas en Chiapas e incursiones armadas esporádicas en Guatemala. Se retomó  la paradoja retórica de una frontera que une. Ya en 2000, el sociólogo y escritor guatemalteco Mario Monteforte, en su libro La Frontera Móvil, hablaba de la necesidad de crear una zona de mutuo impulso del desarrollo, el comercio y la prosperidad. Sin embargo, hasta ahora  muchos de los migrantes salen precisamente de los municipios fronterizos de Guatemala.

También  se menciona por enésima vez el fortalecimiento del paso aduanero Orizaba-Ingenieros, Ixcán, que se ofreció hace más de 10 años. En 2022, el gobierno de Guatemala   anunció el inicio de la construcción de la aduana  “Bicentenario”,  y puede que el nombre le venga bien, a decir por la tardanza, pues aún no funciona. En la seguridad fronteriza también es importante el combate de incendios forestales y la protección de la Biosfera Maya, que recibe incursiones ilegales de madereros mexicanos, a cuyo control el país vecino debería contribuir.

Así también es relevante la revitalización del turismo mexicano por tierra hacia Guatemala, que se ve desalentado por los controles migratorios, el contrabando y el temor a   la delincuencia. No obstante es un potencial de desarrollo para ambos lados de la frontera.  La Cancillería debe estar atenta para darles seguimiento a los temas mencionados con quien gane el siguiente gobierno. La candidata oficialista Claudia Sheimbaum  tiene cierta ventaja sobre la opositora Xóchitl Gálvez, pero todo puede pasar el 2 de junio.

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