EDITORIAL

Signo de bondad

Símbolo de servicio humanitario, de auxilio inmediato a quien lo necesite y de solidaridad sin distingos de credo, etnia, nacionalidad, nivel económico o condición social es la cruz roja sobre fondo blanco, emblema de la institución humanitaria del mismo nombre que este año conmemora un siglo de prestar servicios en Guatemala por medio de socorristas en emergencias, atención médica, ayuda nutricional y promoción de la cultura de paz.

El germen de la Cruz Roja se dio bajo la inspiración del comerciante suizo Henri Dunant, quien en 1858 organizó a un grupo de voluntarios para auxiliar a heridos de la cruenta batalla de Solferino, Italia, indistintamente del bando al que pertenecieran. Dunant escribió el testimonio de aquella vivencia, que fue crucial para que se creara el primer Comité de la Cruz Roja. Tal símbolo fue elegido en alusión a la bandera suiza, de fondo rojo, por su amplia visibilidad, como un salvoconducto para los socorristas. Catorce países acuerparon la fundación de la entidad el 14 de octubre de 1863.

Actualmente, la Cruz Roja Internacional funciona en 190 países, en una enorme variedad de tareas de ayuda, no solo hospitalaria, sino de distintos apoyos sociales, en maternidad, protección de la infancia, amparo a migrantes, atención de campos de refugiados, gestión de riesgos, mediación de conflictos y muchas más. En efecto, se trata de una de las instituciones con mayor credibilidad, sobre todo por su espíritu siempre neutral, centrado en la filantropía.

Sin duda la mayor clave del éxito de esta misión es el carácter voluntario de la entidad, el cual, a su vez, se fortalece con los siete principios fundamentales válidos en todo país donde está presente, ya sea como Cruz Roja o como Media Luna Roja: Humanidad, para cooperar en favor del bien de los demás; Imparcialidad, para aliviar a quien lo necesite; Neutralidad en cualquier contexto de enfrentamiento, pugna o controversia que origine víctimas; Voluntariado, para actuar desinteresadamente; Unidad, para actuar de manera coherente y eficiente; Independencia y Universalidad, al tener presencia casi en todo el globo con el mismo fin: aliviar a quien sufre.

Aunque el aniversario del reconocimiento internacional de la Cruz Roja guatemalteca se celebra el 15 de agosto, las conmemoraciones prácticamente comienzan el 8 de mayo, onomástico de su fundador, Henri Dunant, que nació en 1828. Más que una simple efemérides se trata de exaltar el espíritu altruista de una persona que, en lugar de tomar posiciones polarizantes, de juzgar con prejuicios o elegir conveniencias, se situó al lado de las víctimas de toda violencia, de los dolientes, de los huérfanos, algo que para ciertas personas en la actualidad se vuelve difícil, por no decir imposible, dado el nivel de sus rencores y encasillamientos mentales. Afortunadamente subsiste el testimonio concreto de entidades como la de marras.

Nada más global que la hermandad humana y nada más internacional que el sentido auténtico de compasión por el otro. Solo la empatía puede salvarnos de la barbarie, sobre todo en tiempos de peligrosos caudillos con ínfulas mesiánicas que quieren imponer a sangre y fuego sus caprichos. Con todo y las cruentas consecuencias, sigue ondeando la cruz roja sobre fondo blanco.

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