EDITORIAL
Suene el hormigo
En días emblemáticos como el 20 de febrero, Día Nacional de la Marimba, cobran aires emotivos, vivenciales y apologéticos los diálogos sobre temas como el presente y el futuro de ese instrumento autóctono, el gusto y el conocimiento acerca de sus melodías según grupos etarios de población, la responsabilidad gubernamental de su prevalencia como símbolo vivo de las raíces guatemaltecas y la realidad acerca de su enseñanza en el sistema educativo del país.
En un entorno globalizado, interactivo y bombardeado por la búsqueda de novedad sensorial, la marimba tiene gran potencial como evocador de memorias y detonador del sentido identitario, sobre todo para los guatemaltecos que viven lejos del territorio nacional. Incluso para quien solo está de viaje en otra latitud, escuchar una melodía en teclado de hormigo genera reacciones de apego y una intensa revaloración del sentido de pertenencia. En el país, sus armonías inconfundibles evocan días de fiesta, de reunión, de encuentro y de comunión con generaciones pretéritas.
Mucho se pregona, a nivel de Estado, acerca del impulso al versátil instrumento autóctono. Sin embargo, son exiguas las acciones coherentes de apoyo serio al cultivo de nuevas vocaciones de marimbistas, no solo de intérpretes, sino compositores que prolonguen la tradición creativa a nuevas contemporaneidades; es decir, hacia el futuro.
La Escuela Nacional de Marimba fue inaugurada en 2018, como fruto de un proyecto impulsado por la Marimba de Concierto de Bellas Artes, cuyos integrantes son los maestros que comparten sus conocimientos. Por otra parte, el espacio del Museo de la Marimba, que con tanto esfuerzo se estaba organizando, fue ocupado por la Marimba de la Presidencia. Se dice que es temporal, pero así dijeron con la Marimba Femenina, que lleva 10 años “temporalmente” en otra área del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. El Instituto de la Marimba, al cual pertenece la Escuela, tiene exiguos fondos, lo cual dificulta extender sus programas de enseñanza al interior de la República, que es donde se encuentran abundantes vocaciones.
Por otra parte, no se trata solo de integrar conjuntos que amenicen actividades sociales, sino de mantener la dignificación emprendida hace cuatro décadas por maestros que fundaron, dirigieron y aún defienden el concepto de Marimba de Conciertos, que coloca a este símbolo en el sitial de honor que merece. Sin embargo, para comprenderlo se necesita mucho más que el ego de funcionarios que se promocionan con el talento de otros como telón de fondo.
La pandemia fue un valladar adicional para las metas de la joven entidad dedicada al instrumento nacional. No obstante, es necesario continuar con la búsqueda de metas visionarias, como la institucionalización de la carrera de Licenciatura en Música con Especialización en Marimba, la gestión diplomática y el apoyo económico para emprender giras internacionales con el sonido del hormigo, una especie forestal que debe ser protegida y cultivada para evitar que enmudezcan los teclados. En fin, el gran objetivo debe ser dar nueva vigencia al patrimonio sonoro que hace suspirar, hace sonreír y, a veces, hace llorar.