EDITORIAL
Una sola patria
Está por arrancar el mes patrio, en el año previo a la llegada del bicentenario de la emancipación política de España, un suceso histórico abierto a la polémica sobre las verdaderas motivaciones de sus impulsores y signatarios, la imposibilidad de lograr consensos posteriores para mantener la unión centroamericana y la falta de proyectos nacionales integrales debido a las polarizaciones, intransigencias y hasta pugnas de egos que impidieron su concreción. Este último factor, que no es difícil de creer si se observan las peculiares y repetitivas actitudes de ciertos politiqueros —que no políticos— que juegan distorsionados ajedreces en favor de sus peculiares intereses.
Pese a lo anterior, la historia de Guatemala como proyecto de Estado parte de aquel 1821, y han sido muchos los avatares como para no valorar los aspectos positivos, los esfuerzos proactivos y las coyunturas ejemplares. La historia ha dejado valiosas lecciones para mejorar la convivencia, desarrollar una visión integral de Estado y aprovechar mejor el aporte ciudadano, cuyo trabajo, esfuerzo y proyectos apuntalan el sostenimiento económico del país.
“Madre, nosotros también somos historia”, escribió el poeta Francisco Morales Santos, Premio Nacional de Literatura 1998, en un largo poema homónimo que evoca esa cotidianidad repleta de desafíos diarios por la subsistencia, el sostenimiento de la familia y la enseñanza de valores a las generaciones jóvenes. El ciclo del bicentenario puede y debe aprovecharse para evaluar las riquezas y los lastres, los legados, pero también los desafíos.
Una de esas riquezas es el espíritu imbatible del guatemalteco ante la adversidad. En el ejemplar y en la portada de hoy figura un reportaje sobre mujeres y madres de familia que, tras perder su empleo a causa de la crisis del covid-19, emprendieron negocios que quizá a primera vista no aseguraban mayor logro, pero que gracias a su constancia y creatividad se han convertido en la puerta de un mejor porvenir para sus hogares. Sus casos no son únicos e historias similares abundan, con detalles y contextos distintos, pero con el mismo mensaje inspirador.
Así también, como parte de esa valoración de los elementos de identidad guatemalteca, presentamos a partir de hoy y durante todo septiembre, en nuestras plataformas, la serie Colores de Guatemala: una aproximación fotográfica al tesoro natural, histórico, cultural y productivo del país, a la cual están invitados a unirse todos los lectores mediante espacios abiertos en redes sociales.
Cada color es un pretexto para encontrar matices comunes, puntos de encuentro y coincidencias que van más allá de lo cromático, como una metáfora para expresar que a pesar de las diferencias de opinión, ideas, creencias espirituales o preferencias políticas, siempre es posible, preferible y mejor integrarse, encontrar vías de entendimiento, trazar un abordaje renovado para los retos en educación, salud, desarrollo infantil juvenil, que son intereses absolutos. La competitividad global demanda dejar de lado las polarizaciones y a sus instigadores, que nunca han dejado nada más que destrucción. Pero para ello es necesario construir puentes de empatía en lugar de profundizar precipicios de demagogia.