EDITORIAL
Valorar la vida es clave en lucha anticovid-19
Existe una enorme diferencia entre el optimismo y la negación de la realidad. El primero constituye una actitud de espera positiva incluso en medio de circunstancias adversas pero plenamente evaluadas y reconocidas. La negación de la realidad, a la cual algunos expertos han tipificado como positividad tóxica, surge a partir de expectativas basadas en emociones, prejuicios, suposiciones o como un simple afán de evadir el miedo, la preocupación y hasta las responsabilidades.
En el caso de la dura batalla contra el covid-19 es comprensible que después de un año de pandemia y de nueve meses y medio de su llegada al país exista una sensación de cansancio respecto de las cifras de casos, de los llamados a la prevención, de los avisos de decesos y los reportes de periódicas saturaciones de intensivos. Se puede entender el cansancio, el tedio e incluso la animadversión que generan las noticias referentes a la evolución de este riesgo sanitario, del cual en Europa ya se habla incluso de una tercera ola.
Con frecuencia en las redes sociales se emiten comentarios que vilipendian a los medios serios cuando presentan números, dramas y realidades nacionales e internacionales relacionadas con la enfermedad. No necesariamente son noticias agradables, pero también se presentan las que son alentadoras, como los avances en las vacunas y los países que han emprendido la inmunización. Aún así, surgen voces que mezclan desconfianza con intolerancia al momento de descalificar los llamados a la precaución, sin más argumentos que la positividad tóxica. Dejar de informar no es una opción, pues ello no haría desaparecer mágicamente la pandemia, así como no han desaparecido otros problemas nacionales.
En el caso específico del covid-19, se trata de un tema ineludible porque continúa siendo una amenaza para la salud personal y colectiva. Nuestra responsabilidad es informar sobre el acontecer de este fenómeno sanitario de nuestro tiempo, con base en fuentes serias y voces calificadas. Crear una falsa sensación de alivio sería éticamente criticable, así como lo son los descuidos multitudinarios en playas, fiestas y actividades sociales promovidas por alcaldes demagogos e irresponsables.
Cierto: hay tasas de recuperación de infectados que dan motivos para la esperanza, pero en pleno Año Nuevo, fiesta de amigos y unión familiar en que tantas personas dan la bienvenida al 2021, hubo familias que recibían la noticia del deceso de un familiar, un padre de familia, un hijo, un hermano, que dos semanas atrás se contagió, quizá a pesar de mantener todos los cuidados posibles. A esa familia nadie le puede minimizar su pérdida ni argumentarle conspiraciones o decirle que se trata de una exageración dirigida a ocasionar miedo.
Informarse no significa hacer caso a rumores infundados diseminados por redes sociales; enterarse del estado de la pandemia no quiere decir llenarse de pesimismo determinista. Es por ello que en Prensa Libre nos enfocamos en brindar las facetas noticiosas del covid-19 que ayuden a los lectores a tomar las mejores decisiones y adoptar los necesarios cuidados. Decirle a usted que use la mascarilla, que observe el distanciamiento social, que se desinfecte al llegar a casa o con frecuencia en el hogar o la oficina no constituye en manera alguna una campaña de agobio, sino una manera de contribuir a vencer este flagelo: una forma de decirle que valoramos su vida, así como usted valora la de sus seres amados.