EDITORIAL
Viraje estratégico ambiental es apremiante
Las deplorables lecciones de compadrazgos y nombramientos a conveniencia a lo largo de la era democrática plantean para el gobierno entrante un desafío ético: mantener el mismo patrón o examinar las designaciones divulgadas hasta ahora, a fin de priorizar la idoneidad por encima de los pactos, las metas de país por encima de los financistas de campaña y el futuro de los guatemaltecos sobre cualquier criterio convenenciero y cortoplacista que solo conduzca a la repetición del ciclo de promesas, excusas y decepciones de las últimas décadas de gobiernos.
Ciertamente, la administración entrante, a lo largo de la prolongada espera para asumir, ya debería tener muy claras las áreas prioritarias de desarrollo en las cuales debe anunciar decisiones desde los primeros minutos de gestión, tanto para reclamar responsabilidades a sus predecesores como para retomar el rumbo de políticas que se quedaron perdidas en un laberinto de intereses, imprudencias o incapacidades.
La conservación ambiental, la protección de los recursos naturales sobrevivientes y la institucionalización de una agenda visionaria que combine tal preservación con una industria sostenible de turismo constituye uno de los pilares factibles para revitalizar la economía de varias regiones del país, generar empleos, incentivar emprendimientos y a la vez crear una cultura de conciencia ecológica de beneficio colectivo; es decir, que sean las propias comunidades las más interesadas en la protección de bosques, ríos, montañas, manglares o lagos.
Precisamente por ello sería deseable que el ministro de Ambiente designado por el nuevo gobierno presente desde ya sus credenciales de idoneidad, su hoja de estudios y experiencia en la materia, a fin de que no se repita el lamentable juego de apariencias exhibido por el titular saliente, quien no pasó de publicitar la instalación de algunas redes para atrapar basura en ríos, cuya idea original surgió de ambientalistas hace más de una década pero que presumió como propia.
Por otra parte, las grandes tareas se desarrollan en equipo, por lo cual el que acompañe al titular de Ambiente debería estar integrado por expertos en ecología, manejo de aguas, tratamiento de desechos sólidos, manejo forestal, biólogos y también expertos en manejo de conflictos, a fin de desarrollar una reingeniería en ese ministerio, que deberá transformar su gestión para poder obtener resultados diferentes.
Por ejemplo, una de las grandes oportunidades que se presentan es el proyecto de creación de un fondo de más de Q450 millones, propuesto por senadores de EE. UU. para la investigación, rescate y conservación de la cuenca El Mirador, en Petén, que constituye la última joya de su tipo en Mesoamérica, con una doble riqueza: ecológica y arqueológica, lo cual la convierte en apetecido botín para explotadores madereros y saqueadores. El arqueólogo Richard Hansen ha luchado por décadas para proteger este entorno y en manos del próximo gobierno estará declarar ese tesoro como un santuario protegido, para un aprovechamiento turístico sostenido. Alternativas similares pueden buscarse para los bosques de San Marcos, los manglares de la Costa Sur, la cuenca de Atitlán o los ríos de las Verapaces, pero para emprender este cometido es imprescindible la decisión presidencial, la comunicación clara con la ciudadanía y la ausencia de conflictos de interés, sobre todo porque la crisis ambiental se agudiza y el tiempo para actuar se agota.