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Error fatal: ignorar nuestros ecosistemas

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En  1992, mil  setecientos  científicos firmaron, la primera “Advertencia de los científicos del mundo a la humanidad.”  Fue la  primera alarma a nivel mundial,  sobre los  peligros ambientales que surgirían  si no protegíamos nuestros ecosistemas y su rica biodiversidad.   En noviembre de este año, 15 mil científicos, de 184 países, lanzaron la segunda advertencia.  Expresaron que,  “como humanidad, vamos por un camino insostenible.” Seguimos contaminando  nuestras fuentes de agua.  Deforestamos nuestros bosques. Las emisiones de CO2 subieron este 2017.  Las especies en extinción cada vez son más.  La  población mundial  se incrementó   35 por ciento desde 1992.  Los académicos consideran que es imprescindible crear   más reservas terrestres y marinas. Se debe fortalecer y aplicar las leyes contra la cacería.  Restringir el  comercio de especies silvestres. Ampliar los programas de educación ambiental. Planificar la  familia,  amén de adoptar las  energías renovables y las  tecnologías verdes. Nos piden “encontrar soluciones locales a los problemas globales.”  Ese es  el camino sostenible.  “¡Ignorar nuestros ecosistemas es un error fatal!” agregó  el Clarinero.

Ahora más que nunca cobra vigencia la reflexión del biólogo estadounidense, E.O. Wilson: “Cuando la gente se anima a observar de cerca los remanentes de la naturaleza, cuando aprecia su complejidad, su majestuosidad y belleza, cuando comprende que el entorno natural es el hogar de su propia historia, se convierte en el más ardiente partidario de esas reservas”. Esta conciencia ambiental ha estado presente en el trabajo que ha realizado el equipo del “Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj,” (Panta) liderado por Christa Schieber de Lavarreda y Miguel Orrego Corzo. Christa me dijo hace unos días: “Tenemos un postulado muy importante desde que empezó a funcionar el parque: no se puede enseñar historia y arqueología sin relacionarla con su entorno natural. El entorno natural es lo que posibilita que las sociedades se desarrollen. El paisaje y el clima son los referente para su florecimiento; imprime su sello particular. Su historia no puede ser contada sin tomar en cuenta este marco referencial de vida. Los parques arqueológicos, además de estudiar, conservar y mostrar los vestigios culturales, únicos e irrepetibles, testigos del desarrollo humano que han perdurado a lo largo de los tiempos, deben proteger el entorno natural que permite revivir su extraordinaria historia, como es el caso de Tak’alik Ab’aj. Para nosotros ha sido una de las tareas más importantes a lo largo de tres décadas.” Panta fue fundado el 9 de diciembre de 1987 por lo que mañana estará cumpliendo ¡30 años! ¡Felicitaciones!

Como especial coincidencia, este lunes 11 de diciembre, el Inguat entregará el Distintivo del Sello Q Verde (Q de Servicios de calidad y verde por Buenas Prácticas de Sostenibilidad y Medio Ambiente) al Panta. “Durante todos estos años, hemos capacitado e implementado procedimientos que fomentan la sostenibilidad y la calidad en la gestión ambiental, socio-cultural y económica. Todo el equipo del parque ha colaborado con entusiasmo. Estamos muy agradecidos con Inguat, Guatemágica e Intecap, por el gran apoyo que nos han brindado,” concluyó Christa. Panta es una solución local al problema global. ¡Por eso todo suma para este parque ejemplar! Esperamos que, en el 2018 se complete la construcción del museo del sitio, El Caracol del Tiempo, y que la Unesco le confiera el título Patrimonio Mundial de la Humanidad. El Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj cumple con todos los requisitos. ¡Orgullo chapín!

clarinerormr@hotmail.com

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