REGISTRO AKÁSICO
La ingenuidad cede a la desconfianza
Repentinamente se adquiere una visión realista de la política. Durante años todo se miraba como si fuera resultado del triunfo de las ideas y la motivación, puros factores subjetivos. La reunión en la Plaza de la Constitución, la emigración de venezolanos en protesta contra Maduro, la acción del MP, el arresto de Lula, la hostilidad continental a Odebrecht, el naufragio de los Brics, la oposición a la agroindustria etc. se convertían en un relato autocomplaciente. Vivía Hegel en los análisis de los más connotados izquierdosos; mientras se abandonaba a Marx, reivindicado por los injuriados columnistas críticos.
Ahora aparecen en las crónicas de eventos las preguntas clave para los partidarios del análisis técnico: ¿Quién está detrás? ¿A quién se favorece? ¿Cómo se busca confundir o esconder los hechos y patrocinios, de protagonistas clave?
Dichas interrogantes, aparecieron con los emigrantes hondureños. ¿De dónde sale el dinero para pagar los tráileres y autobuses de los peatones catrachos en su viaje donde empujan carruajes de bebé? La lastimera caravana ha recorrido quinientos kilómetros. ¿A pié? Todos saben que no.
Se evitaba preguntar sobre los intereses que movían la promoción de abogados en el sistema de justicia; el origen de la inspiración para orquestar ataques al ejecutivo; los fondos de propaganda para la divinización de juezas o jueces, comisarios, héroes oenegeros etc. Se renova la adhesión a Maquiavelo y para ser más actuales a Norberto Bobbio.
Mientras tanto, la teoría de la conspiración llena los vacíos. George Soros se magnifica. El informe crítico, goo.gl/7RtoFx, señala como receptores a Caldh, Unidad de Protección a defensoras y defensores de los derechos humanos de Guatemala, a la Universidad Rafael Landívar, a Nómada, al Bufete Jurídico de Derechos Humanos, al Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala y a la Asociación por una Vida Digna como recipiendarios de fondos. Algunas de esas oenegés han dejado de percibir ayudas. Solo tres, la URL para Plaza Pública —US$221 mil—; Udefegua —US$152 mil—, la Unidad de Defensores de Derechos Humanos —US$480 mil—, y la no mencionada Fundación de Antropología Forense —US$167 mil— tienen apoyos financieros efectivos, goo.gl/WNmqqh. El resto es historia, puro pasado.
No obstante el húngaro Soros es el factotum. En 2015 admitió que propugnaba por la modificación de las regulaciones restrictivas de la migración hacia Europa. “Las fronteras nacionales son el enemigo”, dijo; cuando fue acusado por el Primer Ministro de Hungría, de patrocinar la avalancha de viajeros proveniente de la bombardeada Siria.
Este año, mientras Trump exponía en Davos su política exterior. En conferencia paralela, pedía a los EE. UU. la rendición ante Corea del Norte; manda al basurero de la historia al presidente tuitero para el 2020 y atacaba a las corporaciones de internet. Suficiente para ser cabeza de turco.
Como es evidente que Soros no se encuentra en el país, se debiera identificar a sus ayudantes locales pues las oenegés mencionadas y la URL no parecen estar involucradas en la caminata catracha. ¿Por qué es tan difícil preguntarle a un trailero quién le pagó para acarrear a los caminantes? ¿Qué pasó con el diputado hondureño que se presentaba como organizador? ¿Quiénes son los repartidores de billetes de Q50 cuya actuación alcanzó una reproducción que llegó hasta la Casa Blanca?
Y, ya que nos volvimos desconfiados y hablamos de viandantes, ¿quién le pagó al promocionado caminante del 2015? Acaso, no se puede hacer ese tipo de preguntas en ese asunto.
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