Sin el empoderamiento de las mujeres, no hay resiliencia climática
Es el momento de actuar con determinación y voluntad política.

La crisis climática está intensificando la frecuencia y severidad de las sequías en América Latina y el Caribe, afectando gravemente la seguridad alimentaria, los medios de vida y los ecosistemas de la región. Sin embargo, las consecuencias de la sequía no impactan a todas las personas por igual; las mujeres y los grupos vulnerables enfrentan barreras adicionales que limitan su capacidad de respuesta, adaptación y resiliencia.
Es el momento de actuar con determinación y voluntad política.
El nuevo informe de la FAO de 2025, “Incorporación de la perspectiva de género en los planes nacionales de sequía” destaca que la equidad entre mujeres y hombres no es solo una cuestión de derechos humanos, sino un factor clave para la eficacia de las políticas de gestión de esta problemática. En el caso de las mujeres a menudo tienen menor acceso a la tierra, el agua, el financiamiento y la capacitación, encontrándose más expuestas a los efectos producidos por el cambio climático.
Según el reporte de la FAO de 2024 “El clima injusto”, cada año, en los países de ingresos bajos y medianos, las jefas de hogar de las zonas rurales padecen pérdidas financieras significativamente mayores que los hombres. En promedio, los hogares encabezados por mujeres pierden un 8% más de sus ingresos debido al estrés térmico y un 3% más a causa de las inundaciones en comparación con los hogares encabezados por hombres. Esto se traduce en una reducción per cápita de 83 USD debido al estrés térmico y de 35 USD a causa de las inundaciones, para un total de 37.000 millones y 16.000 millones de USD respectivamente en todos los países de ingresos medios y bajos.
Ignorar estas inequidades que afectan en mayor medida a las mujeres socava su capacidad de respuesta, la de sus comunidades y limita la efectividad de las políticas públicas relativas al cambio climático y combate de sus efectos.
Los acuerdos internacionales suscritos por los países de América Latina y el Caribe reflejan la urgencia de abordar esta problemática, enfatizando la necesidad de integrar soluciones innovadoras, sistémicas, de largo alcance y con financiamientos en los planes y estrategias de acción climática.
Sin embargo, en la práctica, existen políticas, programas y planes nacionales de acción contra la sequía que aún carecen de esta mirada sobre las desigualdades y cómo solucionarlas, poniendo en riesgo la efectividad de sus resultados e impactos en la vida de las mujeres, sus familias y sus comunidades.
Por ello, la FAO trabaja apoyando a los países en el desarrollo e implementación de políticas, así como en el proceso de convertir sus Contribuciones Determinadas a nivel nacional en acciones concretas, que logren una incorporación efectiva del principio de igualdad y el empoderamiento de las mujeres en la gestión de la sequía, considerando tres acciones clave:
En primer lugar, la revisión y adaptación de los planes nacionales de acción contra la sequía. A través de la Política de Igualdad de Género de la FAO 2020-2030, la Organización establece lineamientos para fortalecer el empoderamiento y autonomía de las mujeres en las estrategias de gestión de sequía. En segundo lugar, la promoción de la participación equitativa en la toma de decisiones: garantizar que las mujeres, los Pueblos Indígenas y otros grupos en situación de vulnerabilidad tengan una voz activa en la formulación y aplicación de políticas de sequía. Tercero, el acceso a la capacitación y a recursos productivos para garantizar que la equidad sea un componente central en la planificación de la sequía.
Finalmente, el principio de igualdad y el empoderamiento de las mujeres en los planes nacionales de lucha contra la sequía es una cuestión de justicia social y una estrategia fundamental para mejorar la resiliencia climática de la región. Si los gobiernos y las instituciones internacionales no adoptan enfoques más inclusivos y aseguran los recursos y la acción programática para su implementación, las políticas seguirán siendo insuficientes para enfrentar los desafíos que la crisis climática impone a la sociedad. Es el momento de actuar con determinación y voluntad política.