EDITORIAL

Tesoro amenazado

La majestuosidad de muchos sitios prehispánicos sigue siendo poco valorada en Guatemala y prueba de ello son ciertos proyectos, de aviesos intereses, que pretenden imponerse en contra de las recomendaciones lógicas y técnicas de expertos que velan por la conservación de algunos de estos tesoros, como ocurre con la cuenca El Mirador, al norte de Petén, cuya inmensa riqueza histórica y natural no parece permear a quienes toman determinadas decisiones trascendentales.

La indiscutible dedicación del arqueólogo Richard Hansen, quien junto a otros estudiosos, entre ellos varios guatemaltecos, ha permitido conocer una de las cunas de la civilización maya, sobre cuya trascendencia no está todo dicho, pero cuyo futuro sí podría verse amenazado si no se atienden las recomendaciones de los expertos y de quienes desde el exterior se suman a la búsqueda de consensos para su resguardo.

Esa indescifrada joya maya, cuya enorme dimensión abarca territorio guatemalteco y mexicano, ha hecho que en la búsqueda de su protección se sumen más voces, como lo acaban de hacer cinco senadores de Estados Unidos, quienes enviaron una carta el presidente Jimmy Morales en la que le piden que se una a esos esfuerzos para proteger esa reserva, declarándola santuario natural.

La grandiosidad de muchos de esos sitios, en algunos de los cuales se ha descubierto que eran enormes urbes con carreteras que comunicaban a varias ciudades, como es el caso de El Mirador, donde se encuentran ciudades milenarias, constituye una de las mayores riquezas de la región y por eso es que los senadores estadounidenses ven en su protección la oportunidad para el rescate también de una zona privilegiada para la flora y fauna del continente, en la que con estrategias bien diseñadas se pueden impulsar proyectos de desarrollo sostenible, no invasivos.

Esa combinación de privilegiadas coincidencias se une a la riqueza de descubrimientos dirigidos por el arqueólogo Hansen, quien ha dedicado buena parte de su vida a estudiar una de las megalópolis más enigmáticas de las civilizaciones prehispánicas, lo cual no ha sido fácil, porque además existe un entorno hostil, en el que confluyen perversos intereses y actividades criminales fuera de control.

Los sitios arqueológicos son de poco conocimiento para la generalidad de los guatemaltecos, y si no fuera por la ayuda externa, la dedicación de estudiosos y el generoso aporte de empresas responsables, sería muy difícil su conservación, porque están bajo el acecho de todo tipo de depredadores, no solo del raterismo de las piezas legendarias.

Sobre El Mirador no cesan las amenazas, las cuales van desde las políticas, hasta quienes viven de actividades ilícitas, como el narcotráfico, la trata de personas, la narcoganadería y fechorías demasiado comunes en esa región, cuyo rescate podría significar un cambio de vida para centenares de personas, con el impulso de proyectos coherentes con el entorno.

El llamado de los senadores estadounidenses debe ser escuchado, porque con él también podrían abrirse las puertas para nuevos emprendimientos.

ESCRITO POR: