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La desnutrición afecta el desarrollo del país

Uno de cada dos niños padece desnutrición crónica —49.3% de la población infantil— en Guatemala, que ocupa el primer lugar en América Latina con ese problema y el sexto en el mundo.

En 20 años, la desnutrición crónica en el país disminuyó solo 5.9%, lo cual afecta el desarrollo social y económico del país. (Foto Prensa Libre, Hemeroteca)

En 20 años, la desnutrición crónica en el país disminuyó solo 5.9%, lo cual afecta el desarrollo social y económico del país. (Foto Prensa Libre, Hemeroteca)

Estos datos han variado poco desde 1995, cuando los índices de desnutrición eran del 55.2%, señala el informe Desnutrición infantil y cultura de la cooperación y el desarrollo: una revisión de intervenciones y evidencias en Guatemala, de la Fundación Acción contra el Hambre (2020). Si la tendencia continúa, el país necesitaría más de 50 años para terminar con esta condición, al haber disminuido los casos solo 5.9% en los últimos 20 años, se afirma.

La doctora en Ciencias en Nutrición Poblacional Mónica Mazariegos, del Centro de Investigación para la Prevención de Enfermedades Crónicas del Incap, refiere que las causas de la desnutrición crónica son multifactoriales y que sus consecuencias en morbimortalidad, educación y productividad son uno de los principales mecanismos de transmisión intergeneracional de la pobreza y la inequidad en Guatemala.

La prevalencia más alta de niños con desnutrición crónica se observa en edades de 18 a 23 meses —55%— y de 24 a 47 meses —51%—, añade.

Los departamentos cuya prevalencia de desnutrición crónica es 20% mayor que el promedio nacional son Totonicapán, Huehuetenango, Quiché y Sololá, pues registran los mayores niveles de pobreza, acceso a servicios de salud, educación e infraestructura, lo que limita su desarrollo y, en consecuencia, se fomenta la migración irregular, advierte Ricardo Rapallo, representante de la FAO en Guatemala.

“Casi la mitad de la población infantil del país no podrá desarrollar plenamente sus capacidades cognitivas a lo largo de su vida, no podrá aportar plenamente a los procesos nacionales de desarrollo, y si no lo remediamos, transmitirán esta situación de rezago a sus hijos e hijas”, puntualiza Rapallo.

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ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.