La posibilidad de que Guatemala abandone el Parlacén no ha trascendido más allá de promesas de algunos candidatos y gobernantes que no parecen tener claridad de si lo que ofrecen es factible o no.
El actual presidente Alejandro Giammattei es uno de los muchos políticos que ha dicho que este órgano debía ser reformado o, de lo contrario, prepararía el terreno para que el Estado renuncie ante su incompetencia.
Tres años después de que arrancara su administración, Giammattei no ha dado muestras de que cumplirá su promesa. Ni siquiera se ha informado públicamente de alguna estrategia para reformar el Parlacén.
Sobre este tema se consultó a la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia (SCSP) si ya había algún avance al respecto, pero no hubo respuesta.
Actualmente, a los guatemaltecos les cuesta Q13 millones el Parlacén. Pero el costo económico no es lo único que molesta, sino también el hecho de cómo los expresidentes se refugian en este organismo al término de su mandato para no ser investigados por actos de corrupción.
El ejemplo más reciente fue el del expresidente Jimmy Morales, quien recién entregando la estafeta presidencial corrió de prisa a juramentarse como diputado del parlamento. Este es un derecho del que gozan todos los jefes de Estado al culminar su período.