Revista D

Botica fundada hace 133 años sigue atendiendo a los huehuetecos

La farmacia La Moderna es una de las más antiguas del país, abrió en 1885, en uno de los portales de la antigua Plaza de Armas de Huehuetenango.

Los boticarios, con gran preparación y conocimientos, brindaban la mejor fórmula para paliar los padecimientos. (Fotos: Cortesía La Moderna y Carlos Rivas).

Los boticarios, con gran preparación y conocimientos, brindaban la mejor fórmula para paliar los padecimientos. (Fotos: Cortesía La Moderna y Carlos Rivas).

Imagínese que es 1885, que vive en el área rural y que se enferma. Si en nuestros días aún es difícil y caro curarse, en esa época y en tales condiciones las cosas eran peor. Por eso, lo mejor era ingerir las recetas de las abuelitas y rezar para que funcionara el menjurje.


Otra opción era ir a las boticas donde se vendían sustancias orgánicas y naturales que se clasificaban en medicamentos simples, preparados y compuestos. Muchos de esos establecimientos se concentraban en la capital, aunque, claro, también hubo en la provincia. De ejemplo está la Farmacia La Moderna, que en 1885 fue inaugurada por Domingo Sosa en uno de los portales de la Plaza de Armas —hoy parque central— de la cabecera de Huehuetenango. Esta es una de las más antiguas del país.
En una fotografía antigua se observa un amplio mueble con base de madera que sostiene una vidriera, la cual exhibía sus productos. Atrás, enormes anaqueles donde se guardaban decenas de frascos de cerámica o de vidrio.
Por aquellos años, la atención era más personalizada y los boticarios, con gran preparación y conocimientos, brindaban la mejor fórmula para determinado padecimiento.
Los medicamentos, asimismo, se distribuían sin mayores regulaciones. En el caso de los compuestos, se formulaban dentro de un cuarto llamado obrador —una especie de laboratorio—, donde había diversos aparatos e instrumentos para producir pastillas o para mezclar jarabes o ungüentos. Todo esto lo hacían basados en las farmacopeas y “según su arte”.
Carlos Rivas, gerente de La Moderna, y quien se ha dedicado a recopilar la historia de ese establecimiento, explica que a finales del siglo XIX se vendían las cajitas de urgencias Baby, que eran solicitadas por comadronas y médicos para atender los nacimientos. En estas se incluían permanganato de potasio, ácido fénico alcoholizado, creolina, lisol, ácido bórico, ictiol, algodones, gasas antisépticas, pomadas —unas boricadas y otras sublimadas al uno por ciento—, polvos secantes, láudano de Sydenham para lavativas, éter sulfúrico e hilo para suturar, entre otras cosas.
En 1898, Manuel Rodríguez Lemus y su hijo Gregorio adquirieron el establecimiento, el cual, en 1921, fue elevado a “primera categoría” luego de que la compraran el farmacéutico Juan Florencio Calderón López y su esposa, la comerciante Margot Theisen Muñoz.

Emergencia sanitaria

Rivas cuenta que la población de Huehuetenango fue aquejada por la viruela durante la primera mitad del siglo XX —esa enfermedad fue oficialmente erradicada hasta 1980—.
“Calderón López fabricó la pomada Xiolina, la cual tenía propiedades extraordinarias, ya que combatía con efectividad las afecciones de la piel. Luego se le empezó a usar para tratar piquetes, quemaduras, acné o llagas”, comenta. “Como excelente farmacéutico que era, también creó medicamentos como la soda antibiliosa, soda purgante, cordial de susto, esencia maravillosa, agua florida, cocimiento blanco, miel rosada y simple, jarabe tolú, elíxir palegórico, aceite copaiba y otros”, agrega.

Firme con el tiempo

En 1966, Édgar Fernando Calderón Theisen, para continuar con el legado familiar, decidió ampliar el negocio y abrió un supermercado contiguo al que denominó Comisariato del departamento. Tiempo después inauguró la primera agencia de motocicletas de la localidad.
“Calderón Theisen, tal como su padre, es químico farmacéutico y ha combinado su profesión con la música; de hecho, es reconocido por sus habilidades con el acordeón, el órgano y el piano”, cuenta Rivas.
Hoy, La Moderna está en la 3 calle 3-08, zona 1 de Huehuetenango. Aún con el paso de 133 años, el cambio de propietarios, la evolución de la farmacología y los nuevos métodos de tratar enfermedades, este establecimiento se mantiene firme. “Para los huehuetecos, es una especie de patrimonio”, afirma Rivas.
 

Intelectual

Juan Florencio Calderón López (Malacatancito, Huehuetenango, 16 de octubre de 1892), uno de los primeros propietarios de La Moderna, publicó en 1924 la tesis Historia de la Farmacia en Guatemala, la cual abarca temas que van desde la medicina precolombina hasta el establecimiento de la facultad de Farmacia, pasando por épocas como la Conquista, los problemas sanitarios o el surgimiento del protomedicato.
En 1938 sacó a la luz el libro Enfermedades, que era una guía básica para conocer y atender de forma sencilla algunos de los males que aquejaban a la población huehueteca por aquel entonces.
Falleció en septiembre de 1987, a los 95 años. Sus restos descansan en el Cementerio General, en la capital.

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