Revista D

El inventor a quien Jorge Ubico perdonó la vida

La vida de Florencio Godoy ha inspirado un premio que lleva su nombre y que sea considerado un promotor del cine guatemalteco de mediados del siglo XX. Su vida no se limita al séptimo arte, sino que va mucho más allá, un inventor que daba vida a todo lo que llegaba a sus manos.

El inventor Florencio Godoy vivió a principio del Siglo XX y dejó un legado impresionante.  (Foto Prensa Libre: corto Rescatar del Olvido/Fernando Martínez).

El inventor Florencio Godoy vivió a principio del Siglo XX y dejó un legado impresionante. (Foto Prensa Libre: corto Rescatar del Olvido/Fernando Martínez).

La historia familiar no tiene con exactitud la fecha, pero entre 1942 y 1943 recuerdan que el derrocado expresidente Jorge Ubico encerró a Florencio Godoy (1896-1975) durante algunos meses porque había creado varias destiladoras de licor sin seguir las leyes de aquel tiempo, lo cual era considerado como una conspiración al gobierno y podría merecer la pena de muerte.

El expresidente Ubico tenía la intención de llevar a Godoy a ser fusilado, pero solo lo dejó unos meses encerrado, llegó a verlo y le dijo que le perdonaba la vida únicamente porque no quería que los gusanos se comieran el cerebro tan extenso y lleno de sabiduría que él tenía…y así las invenciones y creaciones de Godoy continuaron.

Para conocer este contexto Ubico asumió la presidencia el 14 de febrero de 1931, tenía 53 años y en los siguientes 13 años gobernaría Guatemala y se le recuerda por reducir la Asamblea Legislativa a un organismo de fachada que aprobaba sus actos y liquidando la oposición sin importar los medios y métodos, lo que llegó a su clímax en 1934 con las ejecuciones, asesinatos, encarcelamiento y exilio de los presuntos implicados en un complot para asesinarlo.

El documento Historia de la tributación en Guatemala, del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, Icefi, refiere que entre 1931 y 1944 el dictador estableció que la venta de licores y aguardiente estaba bajo el control del Estado, tanto al por mayor como a la venta a las personas patentadas, es decir quienes pagaban una cuota mensual por vender aguardiente.

Correspondía a la Dirección General de Rentas establecer las cuotas para la venta al por menor, según la importancia de la localidad. Estas cuotas podían aumentar o disminuir “cuando conviniere a los intereses fiscales”. Las ventas de aguardiente fuera de poblado estaban prohibidas para limitar el consumo de bebidas alcohólicas, en aras de la “conservación del orden público, la mejora física y moral de la población rural y el cumplimiento de los contratos de trabajo”.

El derecho para fabricar y vender chicha se adquiría mediante remates públicos anuales y se otorgaba al mejor postor. Las ventas de cerveza nacional pagaban un quetzal al mes. El gravamen sobre la venta de cerveza importada variaba según la capacidad del envase. El impuesto se hacía efectivo por medio de timbres adheridos a los envases.

El inventor y creador Godoy era parte activa de asociaciones y hermandades en su comunidad como lo muestra esta imagen de 1933. (Foto Prensa Libre: cortesía familia Godoy)

Uno de los mayores aportes de Godoy ha sido en la historia del cine guatemalteco, pero no es la única rama a la que se ha dedicado y su familia y expertos hablan más de la vida de este personaje guatemalteco.

Un personaje que nació para la creatividad

El multifacético Godoy nación en San Pedro Yepocapa, Chimaltenango, el 23 de febrero de 1896.  A los 10 años junto a sus hermanos quedó huérfano, se cree que por algunas enfermedades de aquél entonces.

Desde esa edad es posible que vivieran en Antigua Guatemala y ahí se fue formando.  Tuvo dos matrimonios y 10 hijos.

Era conocido en la comunidad como Don Lenchito.  Los hijos recuerdan que se levantaba cada mañana a preparar café para todos y siempre fue un hombre muy inquieto y ocupado.

En su taller en Antigua Guatemala tenía diferentes áreas.  Arreglaba relojes, construía o arreglaba marimbas, era carpintero, ebanista, trabajaba la forja y daba al metal toda clase de formas.

Con su conocimiento también era llamado a ser el encargado de los relojes del famoso Arco de Santa Catalina, así como del reloj en el edificio del Ayuntamiento y otras piezas de iglesias de la región. Sus hijos le acompañaban a darle cuerda y mantenimiento a cada reloj, una dinámica que experimentó casi medio siglo.

Por más de 50 años Florencio Godoy dio mantenimiento al reloj de Santa Catalina y otros relojes de la ciudad. (Foto Prensa Libre: César Pérez)

Su pasión también era estar en las hermandades.  Pertenecía a algunas de ellas y a las cofradías de poblaciones cercanas.

Su hijo Roberto Godoy recuerda además que a él y cada uno de sus hermanos les enseñó a trabajar desde muy pequeños.  A cada uno le buscaba un oficio y se acercaba a sus amigos para que recibieran a sus hijos y les enseñaran.  “En ese tiempo no había pago solo nos daban lo que se consideraba y lo que él deseaba es que todos fuéramos productivos y no haraganes”, recuerda.

La familia también está sorprendida porque consideran que Godoy era un personaje que siempre decía que para el humano nada era imposible y su arma secreta era la paciencia.  “Incluso hoy con tanta tecnología muchos de nosotros no nos atrevemos a crear tanto como mi abuelo”, agrega su nieto Wilson Godoy.

Consideran que su contacto con viajeros influyó mucho en que su mente se expandiera a encontrar nuevas posibilidades.  Uno de los grandes consejos a sus hijos era dejar huella por donde pasaban y les decía con frecuencia que al hacer un favor lo hicieran bien o mejor se ocuparan de otra cosa.

El nombre de un premio cinematográfico

Fernando Martínez Cruz, actor y productor de cine, trabaja junto a Roberto Díaz Gomar y otros jóvenes en un proyecto cultural en Antigua Guatemala llamado La Casa del Río fundado hace una década para crear una plataforma para la difusión del cine nacional.

Al principio del proyecto Martínez buscaba detalles de la historia del cine en el país.  Encontró una fotografía peculiar en el Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA).  Es una imagen tomada por un japonés radicado en Guatemala llamado Yasu Kohei, quien cambió su nombre por el de Juan José de Jesús Yas.

Florencio Godoy posa en la fotografía del japonés Juan José de Jesús Yas. Muestra su proyector de cine creado en 1913. (Foto Prensa Libre: cortesía CIRMA).

Yas dejó una colección de fotografías de la época en la que se encuentra una donde muestra a su amigo Florencio Godoy junto a un proyector de cine creado como parte de una feria tecnológica escolar de 1913.

Martínez describe que en esta época el inventor tenía 17 años, vestía un traje que le quedaba un poco grande y es posible que a partir de ahí haya nacido su amor por el cine y también una amistad especial con el fotógrafo con quienes compartían la afición por las imágenes.

La familia Godoy explica que en un viaje extranjeros dejaron algunos rollos de película en el país y no se tenía cómo verlos, así que el joven creó una máquina para verlos y compartía esa experiencia con todos los que llegaban a su casa y consultaban sobre estas proyecciones. Inventó otros proyectores con el paso de los años.

Es importante recordar que el primer proyector de cine fue el inventado por el fotógrafo británico Eadweard Muybridge en 1879, el mismo proyectaba las imágenes desde discos de vidrio que giraban en rápida sucesión para dar la impresión de movimiento.  En 1888 está otro avance en esta tecnología por el francés Louis Le Prince y en 1894, los hermanos Lumière inventaron otro proyector e hicieron su primera película, La salida de la fábrica Lumière en Lyon.

La historia y el aporte de Godoy llevó a Martínez a considerar su nombre como parte de un premio anual de cine. Al respecto comenta que Díaz Gomar incentivó un Festival de cine anual llamado El Tecolotón de Oro, que se hizo a través de la Asociación Guatemalteca del Audiovisual y la Cinematografía, Agacine.

Al abrir Casa del Río se replicó el festival durante cada agosto en la ciudad colonial como parte del aniversario de La Casa del Río y parte de ello es entregar a los cineastas que participan un premio llamado Florencio Godoy y una estatuilla con la réplica del proyector y de su creador.

Esta réplica es fabricada cada año por Wilson Godoy,  nieto del inventor guatemalteco, quien trabaja la forja.  Es quien también ha elaborado dos réplicas en tamaño original de este proyector de 1913.

Julia Victorina García de Godoy entregó los primeros años el premio con el nombre de su esposo durante el Aguacatón de Oro.  (Foto Prensa Libre: cortesía Familia Godoy

Una de las curiosidades es que este concurso es contra reloj.  Los participantes tienen una semana para hacer sus cortometrajes y el jurado es integrado por cineastas reconocidos.

El 2020 sería la novena edición de esta gala, aunque también por el tema de covid-19 se ha aplazado.

Martínez en 2016 también creó un pequeño video inspirado en Godoy como parte de la promoción del Festival.  En 2018 con más de 352 fotografías de Cirma recreó un corto titulado Rescatar del olvido, junto a Antonio Campollo, en donde en aproximadamente dos minutos muestra cómo era la época en que vivió el inventor, su amistad con el fotógrafo japonés y algunos detalles de su historia.  El mismo está disponible en Youtube.

En los museos

Maritza Moreira, coordinadora del Centro Cultural del Colegio Mayor Santo Tomás de Aquino, del monumento de Rafael Landívar en la Antigua Guatemala, explica que Godoy sin duda es un referente y el primer impulsor del cine en Guatemala.

Moreira describe que hace cerca de dos años uno de los nietos del inventor se acercó a la institución con una réplica del proyector que fabricó Godoy en 1913 y ahora éste se expone en forma permanente en la sala de Música de Cámara Roberto Díaz Castillo, además de otros artículos que él utilizaba como lentes de cámara, una cinta de filmación, elementos de relojería y diferentes piezas.

Parte de las piezas que utilizaba Florencio Godoy que se encuentran en el Museo del Colegio Mayor Santo Tomás de Aquino en Antigua Guatemala.  (Foto Prensa Libre: cortesía Familia Godoy).

“Su aporte es invaluable porque gracias a él pudo tener películas desde principios de siglo”, explica Moreira.   Por ahora este centro cultural todavía está cerrado por el tema de la pandemia y no es posible visitarlo, aunque tiene actividades virtuales.

Wilson Godoy y su hijo Fiorenzo, nieto y bisnieto de Florencio Godoy. Wilson ha hecho dos réplicas del proyector que su abuelo fabrico en 1913. Esta es la sala de la Cinemateca Enrique Torres que lleva el nombre del inventor. (Foto Prensa Libre: cortesía)

También es posible ver otra de las réplicas de su proyector en el museo de la Cinemateca Universitaria Enrique Torres, en el Centro Histórico de Guatemala.  La donación de esta copia a escala se entregó en 2019, Walter Figueroa, explica además que una de las salas del museo de esta institución lleva el nombre del inventor.

En mayo de 2020 César Corado, bajo la dirección de Figueroa crearon una animación de dos personales infantiles llamados Filmina y Claquetín quienes viajan en el tiempo para conocer el día que Godoy inauguró este proyector.  Este se comparte a los niños en visitas guiadas del museo de la cinemateca, de igual manera todavía no se han activado las visitas presenciales y solo se cuenta con actividades virtuales.

El famoso Don Lenchito falleció un 1 de mayo de 1975, día que se conmemora el Día del Trabajo.  No padecía de enfermedades porque se cuidaba mucho, así que se fue siendo un hombre mayor solo con un cuerpo cansado de cada una de sus invenciones y trabajos.

 

 

ESCRITO POR:

Ingrid Reyes

Periodista de Prensa Libre especializada en periodismo de bienestar y cultura, con 18 años de experiencia. Premio Periodista Cultural 2023 por el Seminario de Cultura Mexicana y premio ESET región centroamericana al Periodismo en Seguridad Informática 2021.