Unas 22 mil personas perdieron la vida, 76 mil quedaron heridas y más de un millón resultaron damnificadas en varios departamentos del país.
Eran las 3 de la mañana con un minuto y 43 segundos cuando la tierra empezó a trepidar. La fase de destrucción duró solo 35 segundos, pero tenía la energía equivalente a la explosión de 2 mil toneladas de dinamita.
Las placas
El epicentro del sismo fue localizado cerca de Los Amates, Izabal, sobre la falla del Motagua.
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Las áreas más afectadas abarcaban más de 20 mil km2. Hubo carreteras que quedaron bloqueadas por derrumbes, líneas férreas totalmente inservibles y también puentes derrumbados. Chimaltenango fue el departamento con mayor número de víctimas mortales, cerca de 12 mil, lo cual obligó a recurrir a fosas comunes para darles sepultura. Varios monumentos históricos registraron daños notables, entre ellos, templos católicos coloniales.
Miles de personas levantaron campamentos en calles y parques, ante la pérdida de sus viviendas o el temor de regresar a sus casas, severamente dañadas. El gobierno presidido por el general Kjell Eugenio Laugerud García emprendió una operación de descombrado, rescate y atención humanitaria a los afectados.
Países amigos donaron víveres, maquinaria y dinero para contribuir con la reconstrucción del país. Las cicatrices del movimiento telúrico tardaron más de una década.
El fenómeno desató una fuerte ola de migración desde la provincia a la capital y agravó el problema de la vivienda. Algunos barrancos comenzaron a convertirse en asentamientos precarios.
A pesar de las irregularidades en el servicio de electricidad y del fuerte impacto del sismo, Prensa Libre publicó su edición impresa el 5 de febrero, con información sobre los principales daños.
Con información de Hemeroteca PL
4 de febrero de 1976
SERIE HISTÓRICA (88)