Revista D

La antigua área de descanso de la ciudad de Guatemala

A finales del siglo XIX el sur de la ciudad, hoy zonas 9 y 10,  se caracterizó por sus chalets, de los cuales quedan muy pocos.

Esta vivienda integra en su arquitectura murales de Carlos Mérida. (Foto: Guía Moderna/ Carlos Haeussler).

Esta vivienda integra en su arquitectura murales de Carlos Mérida. (Foto: Guía Moderna/ Carlos Haeussler).

Las residencias que desde finales del siglo XIX se construyeron en las actuales zonas 9 y 10 de la Ciudad de Guatemala estaban destinadas al esparcimiento de las familias pudientes que vieron en ese sector una oportunidad para disfrutar del campo sin distanciarse demasiado del Centro Histórico, donde se concentraban las actividades principales y estaban sus negocios.
“El crecimiento urbano se dio hacia el sur porque el valle donde se asentó la capital está rodeado por barrancos”, explica el arquitecto Raúl Monterroso. “Por lógica los guatemaltecos de la época vieron al sur para construir, no residencias, sino sitios de esparcimiento y casas de campo en terrenos que hoy son parte de las zonas 9 y 10”, indica.
La élite urbana comenzó  a poblar el área pero con un estilo distinto al que caracterizó la zona 1, porque la arquitectura que marcó las nuevas construcciones dio preferencia a los jardines, dejando la casa en el centro del área verde. Estas residencias se conocen como chalets y responden a una tendencia que se llama ciudad jardín. Se les daba un nombre, por lo usual femenino, en atención a una integrante de la familia, anteponiendo la palabra villa.
En el perímetro se colocaron muros de baja altura para que se apreciara la flora, en ocasiones el contorno se hacía con arbustos, pero en ambos casos la intención era mostrar la integración de la vegetación, de la cual sobresalían las palmeras, que estuvieron distribuidas por la zona, pero que no eran oriundas. En la actualidad quedan muy pocos ejemplares, pues las propiedades han sido demolidas y en su lugar  vemos edificios comerciales, para oficinas o apartamentos.
Estas villas eran por lo general de un piso, se levantaron cerca de las rutas principales, como el Bulevar 30 de Junio, hoy Avenida de La Reforma, así como de las actuales 6ª y 7ª avenidas de las zonas 4 y 9.
Quedan algunas en pie en la Zona Viva y en ciertas cuadras inmediatas a la avenida Las Américas,  pero sus jardines originales han sido modificados para estacionamientos, pues el sector ya no es exclusivo de uso residencial. En el área social y habitaciones de las casas hay salas de venta, clínicas u oficinas.
El muro de baja altura, debido a las condiciones de inseguridad, se ha elevado; y la vegetación que sobrevive cubre parcialmente la vista al peatón de las edificaciones, solo dejando apreciar el ápice de las casas o sus techos.
 

En pie

Publicada en el 2008 por el Centro Cultural de España, Moderna es una guía de construcciones de ese estilo arquitectónico que se pueden apreciar en la Ciudad de Guatemala. Monterroso y la periodista Gemma Gil estuvieron a cargo de los textos. El arquitecto comenta que el libro documenta dos ejemplos que se conocen de las casas que caracterizaron la zona de solaz que fue el sur de la urbe. Ambas se localizan en la 13 calle de la zona 9.
En una funciona una funeraria. En el interior hay pisos de granito, mármol y acabados en conacaste. El exterior destaca el trabajo de herrería que ornamenta la verja frontal. Albergó el consulado de la embajada de México y fue diseñada por el arquitecto Jorge Pasarelli, en 1958. La otra casa está a la par, se conoce como Villa Dora, y no tiene uso comercial. La diseñó en el mismo año Carlos Haeussler para la familia Picciotto, dueña, entre otras empresas, de la firma vinícola Undurraga. Cuenta con tres murales de Carlos Mérida, el primero, cerca del garaje, el segundo está en la entrada principal y el tercero en el área de la piscina.
 

Ruptura

En la investigación La modernización de la Ciudad de Guatemala, la reconfiguración arquitectónica de su centralidad urbana (1918-1955), del Centro de Investigación de la Facultad de Arquitectura y de la Dirección General de Investigación, ambos de la Universidad de San Carlos de Guatemala, se indica que en la capital la transición a la modernización arquitectónica constituyó “la mayor ruptura en la historia” de la configuración física de la urbe.
La construcción tradicional, fielmente utilizada por siglos desde los inicios  del coloniaje hispánico, se vio en los albores del siglo XX en total desuso y fue sustituida por edificaciones fuertes y estructuras elevadas de concreto armado, espacialmente densificadas y de sobrias expresiones en su estructura y volumen.
En los años 1940, las zonas 9 y 10 se habían popularizado como áreas residenciales de las clases pudientes. La prolongación de los ejes céntricos a lo tipo bulevar, indujeron los accesos a nuevos suburbios de élite “manejados a lo ciudad jardín”. Para el ensanche popular se estableció la continuidad urbanística de la ciudad tradicional, pero para los sectores acomodados se introdujo una concepción urbanística ligada al alto valor paisajístico y monumental.
En esas áreas se instalaron los suburbios tipo jardín,  una serie de viviendas tipo chalet, cuyas piezas ensamblables se traían en barco de los puertos californianos. Estaban contiguas a los bulevares, construidas de madera o de concreto armado.
Las residencias eran de tipo concéntrico, rodeadas de paisaje natural, en espaciosos y arbolados solares,  una antítesis de la tradicional casa de grandes manzanas-bloque compacta y arquitectónicamente introvertida hacia el patio solariego interior.
Ahora, subraya la investigación, se han ocupado intensivamente los otrora amplios espacios y accesos, porque los palacetes y chalets rodeados de arboledas y jardines fueron suplantados por edificaciones que ocupan íntegramente los solares y recargan de tráfico los antiguos paseos tipo bulevar.

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