¿Qué es sano? ¿Qué no? ¿Qué es lo que todavía se puede comer hoy en día? “Pocas cosas”, responderían probablemente los que padecen de ortorexia. “Todo comienza con el deseo de alimentarse de manera más saludable”, señala Thomas Huber, de una clínica especializada en trastornos de la alimentación. Y explica que las personas con ortorexia van eliminando progresivamente alimentos de su dieta, que se vuelve cada vez más estricta.
DEUTSCHE WELLE
Ortorexia: el vicio de la comida sana
¿Azúcar? ¿Chocolate? ¿Frituras? ¡Por ningún motivo! Quienes padecen de ortorexia han borrado de su dieta todo aquello que les parece poco saludable. Pero ese afán excesivo por la salud puede terminar enfermando.
El problema suele presentarse subrepticiamente. Los afectados por lo general comienzan a ocuparse del tema de la alimentación porque quieren bajar de peso, o porque se han enterado de algún escándalo de la industria alimentaria. Con el tiempo, esto puede adquirir rasgos obsesivos. La concentración en una alimentación sana se convierte en un problema en torno al cual gira todo, indica Friedericke Barthels, de la Universidad de Düsseldorf.
El primer caso documentado
Las investigaciones están bastante avanzadas en lo que respecta a la anorexia y la bulimia. No ocurre lo mismo con la ortorexia. Ni siquiera está claro si se la puede catalogar de enfermedad. No hay criterios claros para detectar y clasificar esta obsesión por la comida sana. El concepto de “ortorexia nerviosa” fue acuñado por el médico estadounidense Steve Bratman, en 1997. “Bratman se autodiagnosticó este trastorno y apuntó sus observaciones. Consideraba que su interés por el tema de la alimentación sana escapaba a lo normal”, cuenta Huber.
En círculos especializados se discute si la ortorexia corresponde al nivel de trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia. “En todo caso, se trata de algo compulsivo y hay muchos paralelos con los trastornos clásicos”, apunta el especialista.
Los peligros de la ortorexia
La obsesión por la comida saludable puede volverse peligrosa y llevar paradójicamente a una mala alimentación, porque la dieta se desequilibra. Pueden presentarse así carencias de fibras o de vitaminas. Huber recuerda el caso de una mujer joven que había dejado de comer dulces. “Buscó en internet información sobre alimentación sana, leyó muchas verdades a medias y desarrolló cada vez más miedo a diversos alimentos. Entonces comenzó a evitar los conservantes, luego los alimentos ricos en grasas e hidratos de carbono, y finalmente perdió demasiado peso”, cuenta, acotando: “Cuando llegó a nuestra consulta, pesaba cerca de 40 kilos”.
Las personas que reducen su abanico de alimentos a este extremo, suelen tener problemas en su entorno social. Quienes sufren de ortorexia a menudo desechan invitaciones y no quieren compartir la mesa con otros, para no verse confrontados con comida a su juicio insana.
Este trastorno es un fenómeno relativamente nuevo, que suele darse sobre todo en regiones acomodadas, donde la gente puede elegir qué comer. Pero demuestra, en general, que todos los excesos encierran peligro.