Salud y Familia

Comidas saludables para bebés, que no tengan azúcar

Cuando el bebé le quita el tenedor a mamá o papá, sabemos que el momento ha llegado: quiere comer comida. ¿Qué es lo ideal? ¿Darle una papilla preparada en casa o una comprada? Acá le damos algunos consejos para la alimentación del más pequeño del hogar.

El recuerdo de los azúcares consumidos es importante en la infancia, por eso no es recomendable consumir alimentos con mucha azúcar. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

El recuerdo de los azúcares consumidos es importante en la infancia, por eso no es recomendable consumir alimentos con mucha azúcar. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Todos los especialistas coinciden en que la comida del bebé debería ser lo más variada posible. Al igual que en los adultos, la dieta balanceada es fundamental. Pero hay excepciones. Los más pequeños no deberían comer azúcares, porque de lo que les demos de comer a esa tierna edad depende su comportamiento alimenticio en el futuro.

“Las primeras papillas no se dan después del período de lactancia, sino durante esa etapa”, explica Mathilde Kersting, que trabaja como especialista de nutrición infantil en una clínica alemana de niños. “Muchas veces la gente cree que la primera papilla implica el fin de la lactancia, pero lo cierto es que es un agregado. La madre sigue amamantando al bebé”, apunta.

Para tener una orientación, podría decirse que el primer paso es que el bebé coma una papilla de verduras con algún añadido de carne. A eso se le suma el puré de leche y cereales y, finalmente, se puede pasar a una papilla de cereales y frutas, que puede comenzar a ingerir entre el séptimo y el octavo mes.

La lactancia materna puede continuar cuando el bebé inicia a comer papillas. Esta etapa no significa sustitución de otra. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

¿Cuándo se le da la primera papilla? Eso depende de cada niño. Se recomienda que suceda entre el quinto y el séptimo mes, que coincide con la etapa en la que los bebés desarrollan poco a poco la capacidad de atención y la curiosidad. “Si el bebé muestra interés en la comida de sus padres, se le puede dejar que pruebe una papa pisada o una cucharadita de verdura”, apunta Kersting.

La comida casera no siempre es la mejor solución

Cuando se prepara algo en casa, sabe de qué está hecho. Esa es la regla básica, también para los adultos. Si no tiene tiempo y le prepara verduras congeladas, tampoco está tan mal, si bien la verdura fresca es mucho mejor. La ventaja es que los bebés no necesitan grandes porciones, por lo cual es más fácil de organizar. A veces tener un libro de recetas para bebés ayuda, sobre todo cuando se trata de saber cuánta sal o cuántas grasas pueden comer.

Cuando uno no tiene tiempo de ponerse a preparar todo, también pude recurrir a las papillas que venden preparadas. Kersting dice que es mejor la leche en polvo que los preparados que ya vienen listos, porque en general los polvos tienen un añadido de yodo, “una sustancia nutritiva muy importante para la conformación de la tiroide”, apunta Kersting.

Lo recomendable son las papillas caseras porque se tiene conocimiento de los ingredientes que se utilizaron. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Cuando se prepara todo en casa, el bebé ingiere menos yodo, con lo cual se recomienda sumarle el elemento a través de pastillas o combinar comidas caseras con polvos que incluyan estas componentes.

Variedad

La ventaja de cocinar en casa es que se puede optar por una mayor variedad. “Cuanto más variado, más tranquilos pueden estar los padres de que su hijo está incorporando las sustancias que requiere”, apunta Kersting. Ir variando desde el primer día las verduras también hace que el bebé esté más curioso sobre qué sabor tendrá hoy la comida.

Pero lo primordial es que no contenga ni sal ni azúcar. En caso necesario, se le puede añadir verdura para endulzar. “Existe algo así como una memoria para lo dulce en el organismo, y los estudios indican que el comportamiento alimenticio del adulto está muy vinculado a lo que ingirió siendo bebé”, explica la especialista.

Los profesionales recomiendan la leche en polvo en lugar de papillas ya preparadas, por su contenido de yodo. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

No subestimar las bebidas

“No hay que darle un líquido distinto a la leche hasta que no coma al menos tres tipos de papillas distintas en el día”, aconseja Kersting. Y a la hora de presentarle otro líquido, que sea agua. Ni zumo, ni otros jugos. Lo ideal es que la familia también beba agua. “Es el modo más fácil de que el niño se acostumbre a beberla”, recomienda la especialista.

Los paquetitos de papilla bebible por lo general son demasiado dulces. Lo engañoso es que dicen “sin aditivo de azúcar”, pero eso significa que no se le ha añadido azúcar en el proceso de fabricación, no que no tengan un alto grado de azúcares. Sucede que al condensar el jugo de fruta para su fabricación aumenta mucho la concentración de azúcar y el resultado es una papilla o jugo muy dulce. Por eso no se recomienda elegir este tipo de productos a una edad tan tierna.

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