Salud y Familia

Por qué es crucial aprender a disfrutar de las pequeñas cosas

En momentos de tristeza o de penuria económica y laboral, es cuando más conviene enfocar la ‘lupa mental’ en las pequeñas alegrías del día a día que pasan inadvertidas.

Disfrute de las pequeñas cosas

Una de las mayores fuentes de deleites –según el experto de la EEDT- nos la ofrece la Naturaleza. Foto Prensa Libre: EFE

“Aprender a gozar de las pequeñas cosas es uno de los mayores regalos que nos podemos hacer a nosotros mismos, ya que eso nos permite vivir cada momento como si fuese único y con conciencia plena”, señala la psicoterapeuta Iria Salvador, especializada en psicoterapia humanista.

“Apreciar las pequeñas vivencias en las que no reparamos, cegados por las prisas y el estrés, alimenta nuestra perseverancia para seguir adelante y hacer realidad nuestros sueños”, señala el psicoterapeuta Raúl Vincenzo Giglio, de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (EEDT).

Para la psicóloga clínica Margarita García Marqués, del Centro Hara de crecimiento personal, “disfrutar la cálida caricia del sol, respirar el aire puro, observar y sentir lo que nos rodea, mirar a nuestra pareja a los ojos o abrazar a un amigo, son gestos que nos reconectan con nuestro interior y nos ayudan a sentirnos bien”.

Cuando escasean las grandes razones para sentirse feliz y confiado, conviene redescubrir los sencillos goces cotidianos que nos regala la vida. No se trata de escapar de la dura realidad, sino de ampliar nuestra visión y valorar los detalles, para levantar el ánimo y hacer acopio de fuerzas para afrontar nuevos retos.

A veces nos olvidamos de disfrutar de un día en que ha salido el sol, o de lo bonito que es cuando todos los árboles empiezan a florecer al principio de la primavera. Foto Prensa Libre: EFE

“Las prisas, las obligaciones y responsabilidades hacen que nos metamos en una vorágine sin dejar apenas tiempo para disfrutar y apreciar los detalles y las pequeñas cosas que nos pasan”, señala la psicoterapeuta Iria Salvador, especializada en psicoterapia humanista, en Lugo, España.

Para Salvador, “aprender a disfrutar de las pequeñas cosas que nos brinda la vida es uno de los mayores regalos que nos podemos hacer a nosotros mismos, prácticamente cada día, ya que eso nos permite vivir cada momento como si fuese único y con conciencia plena”.

“A veces nos olvidamos de disfrutar de un día en que ha salido el sol, o de lo bonito que es cuando todos los árboles empiezan a florecer al principio de la primavera”, indica la psicoterapeuta.

Según la experta “pasamos por la vida normalmente sin darnos cuenta de todos estos pequeños placeres que contribuyen a nuestro bienestar y a nuestra felicidad, como pasar una tarde con nuestros hijos o un buen amigo”.

De acuerdo con Salvador, “en una investigación en la que se les preguntó a personas que sobrepasaban los 100 años qué cosas eran más importantes en la vida, estas respondieron que las relaciones familiares, los amigos y tener un objetivo en la vida, tener un plan de vida, comer y moverse sin excederse”.

Para “disfrutar de las pequeñas cosas de la vida” la psicoterapeuta humanista aconseja “vivir el momento”, lo cual “no significa no pensar en el futuro o no preocuparse de las consecuencias que nuestros actos puedan tener, sino tomar la actitud de un niño, para quien el momento presente es toda su realidad”.

Con mirada infantil

“En el mundo de los niños, las cosas son más sencillas y las cosas pequeñas tienen un gran valor. Se trata de intentar ver el mundo con esos ojos y practicar la conciencia plena en cada cosa que hacemos, centrándonos en el momento presente y disfrutándolo haciendo práctica de la sencillez que no implica la simpleza”, finaliza la experta.

“El ejercicio de apreciar y gozar de las pequeñas vivencias en las que habitualmente no reparamos, cegados por las preocupaciones, las prisas y el estrés, alimenta nuestra perseverancia para seguir adelante, no renunciar a nuestros sueños y convertirlos en realidad”, señala el psicoterapeuta Raúl Vincenzo Giglio, de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (EEDT).

“Al hacernos más conscientes de las alegrías de la existencia, en vez de vivirlo de manera automática, las disfrutamos mucho más. Por ello es importante prestar atención y darnos cuenta en el momento en que las estamos saboreando”, señala Giglio.

De acuerdo con este psicoterapeuta, “durante el día vivimos momentos cargados de bienestar y sosiego, que consisten en algo tan sencillo como calmar la sed, irse a la cama cansado, recibir una caricia física o charlar con los amigos, aunque para gozarlos plenamente hemos de ser conscientes de ellos, diciéndonos en ese instante estoy muy a gusto, que bien me siento”.

Una de las mayores fuentes de deleites –según el experto de la EEDT- nos la ofrece la Naturaleza: “podemos caminar al aire libre, visitar el bosque, la playa, la montaña o el campo, o estimular nuestros sentidos con el verde de las plantas, el canto de las aves, el contacto con la brisa y el agua pura, o bien con el aroma de las flores o el frescor de un parque”.

Caricias emocionales

Para Giglio, “los pequeños mimos, que nos regala la gente cuando reconoce nuestra valía, capacidades o belleza personal, también son una fuente de goce, que hay que tener en cuenta”.

Este psicoterapeuta aconseja preguntarse al final de cada jornada, ¿de qué he gozado hoy?, porque “al atestiguar los pequeños placeres que hemos vivido, descubrimos que son muchos más de los que pensamos, desde ayudar a alguien o tomar una buena comida hasta mantener una buena comunicación con los demás”.

“Este sencillo ejercicio desarrolla en nosotros la idea de que el mundo es un lugar hermoso, donde vale la pena vivir, nos produce sentimientos de abundancia, de gratitud y de ser merecedores de lo que nos da la vida, y disuelve las creencias negativas como que ‘el mundo es un valle de lágrimas’”, señala.

La psicóloga clínica Margarita García Marqués aconseja “disfrutar la cálida caricia del sol, respirar el aire puro, observar y sentir lo que nos rodea, mirar a nuestra pareja a los ojos, abrazar a un amigo”.

Para la directora del centro Hara de crecimiento personal, “son pequeños gestos que nos reconectan con nuestro ser interior y nos ayudan a sentirnos bien. Se nos olvidan, porque vivimos a toda prisa intentando cumplir una infinita lista de actividades”.

“Si destinamos cada día unos minutos a experimentar con diferentes estímulos o vivir fluidamente las experiencias que nos vayan surgiendo, con todos los sentidos, en vez de hacerlo de forma automática y distraída, comenzaremos a abrirnos al mundo de las sensaciones”, señala García Marqués.

En opinión de la psicóloga, “despertar los sentidos y dejarse llevar por lo que se siente es una experiencia muy sanadora, porque ayuda a dejar salir de forma fluida las tensiones, sensaciones y recuerdos que nos impiden vivir en armonía y gozo, y también a percibirnos unidos con nosotros mismos, con los demás y el mundo, aumentando nuestro bienestar”.

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