Salud y Familia

Los síntomas silenciosos del hígado graso que podría estar ignorando

Prestar atención a los síntomas silenciosos del hígado graso puede marcar una gran diferencia en la prevención de enfermedades hepáticas graves. Consultar al médico ante cualquier señal y realizar chequeos médicos de rutina son pasos esenciales para mantener la salud.

El hígado graso ocurre cuando se acumula exceso de grasa en las células hepático. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

El hígado graso, conocido como esteatosis hepática, es una enfermedad que suele avanzar de forma silenciosa, sin presentar signos evidentes en sus primeras etapas. Sin embargo, ignorar los síntomas del hígado graso puede conducir a complicaciones graves como la cirrosis, insuficiencia hepática e, incluso, cáncer de hígado.

La enfermedad del hígado graso afecta a aproximadamente el 25% de la población mundial, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque suele asociarse a personas con obesidad o diabetes tipo 2, cualquier individuo puede desarrollar este trastorno.

"El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo, encargado de funciones vitales como el procesamiento de nutrientes, la desintoxicación de sustancias nocivas y la producción de bilis. Cuando se acumula un exceso de grasa en las células hepáticas, más del 5% al 10% del peso del hígado, se habla de hígado graso", explica Gabriel Solís, médico internista.

Existen dos tipos principales:

  • Hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés): relacionado con factores metabólicos y no con el consumo de alcohol.
  • Hígado graso alcohólico: consecuencia directa del abuso crónico de bebidas alcohólicas.

Ambas formas pueden progresar hacia una inflamación crónica del hígado (esteatohepatitis) y derivar en daño hepático permanente.

Síntomas silenciosos del hígado graso

Uno de los principales peligros del hígado graso es que puede permanecer asintomático durante años. No obstante, algunos síntomas leves y poco específicos pueden ser señales de alerta:

1. Fatiga persistente

    Sentirse constantemente cansado, incluso tras haber descansado adecuadamente, puede ser un signo temprano de hígado graso. La disminución en la capacidad del hígado para desintoxicar el cuerpo podría explicar esta sensación de agotamiento.

    2. Dolor o molestias abdominales

      Un dolor sordo o una sensación de presión en la parte superior derecha del abdomen puede indicar inflamación o agrandamiento del hígado, dice Carlos Cabrera, gastroenterólogo.

      3. Pérdida de apetito o cambios de peso

        La reducción inexplicable del apetito, acompañada de pérdida de peso involuntaria, puede estar asociada con un hígado comprometido.

        Cambios repentinos de peso pueden ser síntomas de algunas enfermedades. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

        4. Hinchazón o retención de líquidos

          La acumulación de líquidos en el abdomen (ascitis) o en las extremidades puede ser un signo de problemas hepáticos más avanzados.

          5. Cambios de piel

            La aparición de ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), picazón persistente o la presencia de manchas oscuras en el cuello y axilas podrían indicar daño hepático.

            6. Alteraciones cognitivas

              En fases más avanzadas, las toxinas no eliminadas adecuadamente pueden afectar el cerebro, provocando confusión, dificultad de concentración y problemas de memoria.

              Factores de riesgo

              Diversos factores aumentan la probabilidad de desarrollar hígado graso:

              • Sobrepeso y obesidad
              • Diabetes tipo 2
              • Resistencia a la insulina
              • Niveles elevados de colesterol y triglicéridos
              • Síndrome metabólico
              • Consumo excesivo de alcohol (en casos de hígado graso alcohólico)

              También existen factores genéticos que predisponen a algunas personas a esta condición, aun sin la presencia de los riesgos mencionados.

              Dado el carácter silencioso del hígado graso, la detección temprana es clave para prevenir complicaciones. Generalmente, el diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre, estudios de imagen como la ecografía abdominal, y en casos más avanzados, biopsias hepáticas.

              No existe un tratamiento específico para el hígado graso; sin embargo, modificar el estilo de vida es fundamental. La pérdida de peso gradual, una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras y grasas saludables, junto con la actividad física regular, han demostrado ser efectivos para revertir la enfermedad en sus primeras etapas.

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