Pero la matcha (té verde en polvo), de origen japonés, en muchos países occidentales no está regulada alimentariamente, advierten organizaciones de consumidores.
A los consumidores no les queda claro entonces si el polvo de té verde utilizado realmente fue sometido al tradicional y laborioso proceso de fabricación con sombreado de las plantas de té, que comparativamente lo hace caro.
Los consumidores tampoco pueden reconocer cómo se diferencia el té de matcha comprado de los productos de té verde que existían hasta ahora.
Aluminio
Las organizaciones de consumidores recomiendan que quien consuma latte matcha, té de matcha y demás debería mirar en detalle la lista de ingredientes y las indicaciones de preparación y recomendaciones que aparecen en el envase.
Porque mientras no esté probado el efecto saludable de este polvo de té verde, las plantas utilizadas, según de dónde provengan, pueden contener aluminio, que en grandes cantidades puede ser dañino para el sistema nervioso y los huesos.
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Al contrario que en los tés conocidos hasta ahora, la matcha además no es filtrada, sino que el polvo es mezclado o batido hasta que hace espuma y se toma todo entero.
Las organizaciones de consumidores aconsejan por eso, incluso si el envase no trae indicaciones, no tomar matcha más de tres veces al día y no mezclar más que un gramo de polvo por cada taza.
Además, recomiendan ir cambiando regularmente de productos y de marcas para evitar una contaminación unilateral.
Los productos con una concentración elevada de matcha no son adecuados para niños. Y es que la matcha puede contener más cafeína que el té verde habitual.
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De acuerdo a la receta, una bebida de matcha incluso puede tener más cafeína que un café expreso.