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Jonathan Menkos Zeissig

NOTAS DE Jonathan Menkos Zeissig

A lo largo de la historia algunos han cargado en su espalda la pesada posibilidad de ser asesinados por su trabajo, sus ideas o sus convicciones: defensores de derechos humanos, del territorio y los recursos naturales, líderes campesinos y sociales, políticos que ejercen su trabajo con dignidad, empresarios honestos, trabajadores y universitarios que luchan por elevar el bienestar social, e incluso, aquellos que simplemente hartos de sentirse impotentes se atreven a ser los primeros en abanderar la indignación colectiva y el hartazgo frente a la opresión de la codicia.
Entre el 23 de julio y el 16 de agosto del 2018 se llevará a cabo la recogida de información que dará vida al XII Censo Nacional de Población y al VII Censo Nacional de Vivienda. Cerca de 14 mil censistas, junto a 3,500 supervisores, estarán en esos días desplegados por todo el territorio nacional, tocando la puerta de cada hogar, para hacernos 70 preguntas que permitirán conocer cuántos somos, con quién vivimos y bajo qué condiciones, de dónde venimos, cómo nos autoidentificamos, entre otras cuestiones clave para conocernos y para mejorar nuestra comprensión sobre los retos que debemos enfrentar colectivamente.
La propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario, afirma acertadamente Noam Chomsky en el libro Cómo nos venden la moto, escrito en conjunto con Ignacio Ramonet. De ahí que a lo largo de la historia contemporánea se haya desarrollado técnicas de persuasión que buscan la manipulación informativa y la construcción de narrativas como medio para conseguir, conservar y acrecentar el poder de un grupo particular.
Recientemente se publicó el estudio Desarrollo de una propuesta técnico fiscal para la prevención y atención del VIH en Guatemala (2017-2026), realizado por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) en asocio con el Instituto Humanista de Cooperación para el Desarrollo (Hivos), en el que además de analizar la situación actual de esta epidemia se exploran los mecanismos, costos y fuentes de financiamiento para acabar con la misma antes de 2030.
Es la primera vez que una opción política de izquierda triunfa abrumadoramente en este país.
Mister Pence, el jueves 28 estará usted en Guatemala. Ha dicho que es una visita de “buenos vecinos”. Desconozco su agenda, pero los buenos vecinos aprovechan estos encuentros para hablar de aquello que les alegra, preocupa e incomoda. Como sé que el presidente Morales le dirá lo bueno que es tenerlo por acá, le dará sus bendiciones e intentará parecer una sardina obediente —recordando la hermosa fábula de Juan José Arévalo—, yo me adelanto a darle la bienvenida y a poner sobre la mesa de la buena vecindad el trato que están dando a los migrantes.
Recuerdo las vacaciones de fin de año en 1990, con 15 años y varicela. Los libros fueron la mejor compañía posible para pasar de la desesperación —por la picazón y la vergüenza de las ampollas en el rostro— al disfrute. Tuve la oportunidad de dedicar mucho tiempo a leer los libros que habitaban mi hogar: desde Ombres contra Hombres —de Efraín De los Ríos, publicado en 1969—, hasta La isla misteriosa y La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne, pasando también por Don Quijote de la Mancha y novelas de Gorki —La madre— y Dostoievski —Crimen y castigo y El jugador—, así como un libro de historia  del que no recuerdo el nombre ni el autor, en el que conocí a William Wallace mucho antes de que saliera la película Corazón valiente. También revisité a José Milla, ya sin la obligación de leerlo me pareció fantástico.
El sábado pasado, los estudiantes del movimiento “Usac es pueblo”, al que se sumaron otras organizaciones sociales, invitaron a las y los guatemaltecos a una marcha para exigir respuestas al gobierno de Jimmy Morales ante la larga lista de dejadeces, torpezas y opacidad de esta administración, cuyas acciones e inacciones están llegando al extremo de cobrar vidas.
Las muertes por este suceso natural son el resultado de un estilo de desarrollo que normaliza la exclusión.
El tiempo pasa y gran parte de quienes lideran la administración pública parecen estar desconectados de los objetivos públicos que deben perseguir o, en el peor de los casos, simplemente haciendo lo que más les conviene para sus intereses particulares.