Willy Juárez es un huehueteco radicado en California, nació en Santa Eulalia, Huehuetenango. Durante el conflicto armado interno los padres de Juárez huyeron de este departamento y posteriormente viajaron a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades; eso fue hace 20 años.
A través de un primero en la cabecera este fin de semana se entregaron 70 bolsas con granos básicos, maíz, frijol, avena, pastas y azúcar, las cuales se distribuyeron en base a las condiciones de vida de los beneficiarios.
Juárez, para honrar la memoria de su padre, decidió donar alimentos a familias necesitadas y para llevar a cabo su iniciativa le pidió apoyo a su primo Luis Rivera, quien distribuyó los víveres buscó a las familias.
Juárez comentó que su obra es de solidaridad con quienes no reciben aportes del gobierno. “Las personas más pobres nunca ven los beneficios por eso decido colaborar y espero que otros – migrantes – se unan”, dijo.
“En honor a las enseñanzas y memoria de mi padre Gilberto Juárez, originario de Santa Eulalia, y también para ver si esto abre puertas para que otras personas puedan hacer lo mismo porque la realidad en nuestro país es que las familias pobres son las últimas en recibir frutos o beneficios”, expresó el migrante.
Luis Rivera, primo de Juárez, explicó que se entregaron bolsas en hogares de San Juan Atitán, Chiantla y Huehuetenango, donde las condiciones de vida son precarias.
Hemos visto de cerca las necesidades de las personas y por eso fueron seleccionadas las familias para que tengan un alivio por no recibir ayuda.”, informó.
Explicó que este proyecto nace de conocer la situación de hambre que enfrentan las familias huehuetecas. Se prioriza tres municipios para entregar. “Hemos encontrado casos muy difíciles, de mujeres viudas que se dedican al tejido que ahora no tienen ingresos por la emergencia”, informó.
Carolina Martínez, beneficiada con víveres, aseguró que no ha salido de su casa por temor a la enfermedad, aunque sus hijos trabajan en una panadería, no tienen lo suficiente para superar esta emergencia sanitaria.
Añadió que teme que sus hijos se contagien, pero la necesidad les obliga a salir en busca de ganar dinero para la comida. “Hay días que nos quedamos sin nada, pero gracias a estos aportes podremos aliviar esa necesidad”, dijo.
Javier Martínez, de 68 años, detalló que por su edad ya no encuentra trabajo por lo que efectúa tareas agrícolas, pero no es suficiente para alimentar a su esposa Estefana Recinos, quien está enferma y no puede caminar.
“Nosotros como no salimos estamos bien, pero mi esposa está malita entre dos la tenemos que ayudarnos”, lamentó.