Lo esperado era que, por obesidad, diabetes, hipertensión, insuficiencia renal crónica y cáncer fallecieran 32 mil 150 personas en el período del 14 de mayo del 2020 al 5 de marzo de este año. Sin embargo, la cifra llegó a 54 mil 137, hubo 21 mil 987 muertes más, según el análisis Exceso de mortalidad durante la COVID-19 en Guatemala desarrollado por Laboratorio de Datos con el reporte de defunciones del Registro Nacional de las Personas (Renap).
En esas 92 semanas el incremento de muerte de pacientes crónicos se estima en 239 casos semanales, si se habla de un promedio diario este sería de 34 decesos.
De los cinco padecimientos analizados, la obesidad reportó el exceso de mortalidad más elevado. En los certificados de defunción se observó un incremento del 379.6 por ciento. Las muertes relacionadas con diabetes van por detrás con un 99.6 por ciento de aumento. En el otro extremo, el cáncer mostró la cifra más baja, un 23.2 por ciento, aunque eso no representa que los fallecidos por la enfermedad sean pocos, ocurrieron 10 mil 893 en total.
Según el informe, este aumento de muertes por afecciones crónicas es evidencia del alto impacto que la pandemia ha tenido en el Sistema de Salud, y la debilidad de este para afrontar crisis como la del covid-19, que interrumpió la identificación de nuevos pacientes crónicos, así como el tratamiento y el seguimiento que necesitan para tener calidad de vida.
Un estudio previo de Laboratorio de Datos titulado Los costos humanos, sociales y económicos de no vacunar acelerada y equitativamente a la población daba cuenta de que en Guatemala uno de cada dos pacientes crónicos no había sido detectado durante el 2020 por el Sistema de Salud.
La razón: en los últimos meses los servicios de salud volcaron sus recursos, principalmente humano, en atender la emergencia del coronavirus dejando desprotegida a población vulnerable, con padecimientos que también matan si no se atienden a tiempo. Se esperaba que el primero y segundo nivel de atención fueran fortalecidos durante la pandemia, pero no ocurrió.
La suspensión de las consultas externas de los hospitales durante varios meses, la intermitencia de atención en los centros y puestos de salud, las restricciones de movilidad, la sobrepoblación hospitalaria y el desabastecimiento de medicamentos impidió diagnosticar y tratar tempranamente a muchos de los casos que hoy se cuentan en las cifras de exceso de mortalidad, refiere Óscar Chávez de Laboratorio de Datos.
En el estudio también se evidencia la muerte de enfermos crónicos contagiados de covid-19, que al no tener una confirmación por prueba de laboratorio de que falleció por el virus , en el certificado de defunción aparece que el deceso fue por diabetes, hipertensión u otro padecimiento.
“En Guatemala si se muere alguien por covid, pero no tiene prueba positiva no se le contabiliza”, dice Chávez, es allí donde ocurre el subregistro de los decesos provocados con el coronavirus.
Chávez indica que los estudios de exceso de mortalidad permite ver el impacto de la pandemia, pues en Guatemala no se realizan suficientes prueba para detectar casos positivos de coronavirus. “El análisis de muertes en exceso nos hace entender mejor la realidad del país en la pandemia”, agrega.
Las consecuencias del covid
El impacto del covid-19 se ha manifestado de distinta manera en los territorios del país. Si bien, durante el primer año, como indica el estudio de Laboratorio de Datos, fue el área metropolitana, el centro, suroccidente y nororiente los más afectados, al siguiente año la transmisión se tornó comunitaria, aunado a la variante delta y a la baja cobertura de vacunación anticovid, esto provocó que el exceso de mortalidad se trasladara a la provincia.
Totonicapán mostró un 59.1 por ciento de aumento, seguido de Quetzaltenango y Sololá, ambos con un registro del 53.4 por ciento. Los tres se ubican en el altiplano occidental de país. Con la presencia de ómicron y la inoculación estancada el incremento de muertes por distintas causas continúa.
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Decesos en el domicilio
Al hacer una revisión de los sitios en donde han ocurrido las defunciones, el informe muestra que el exceso de fallecimientos ocurrió principalmente en los domicilios de los difuntos. Las muertes fueron 40 mil 595, que representa un 45.2 por ciento durante las 92 semanas analizadas. Mientras que en hospitales hubo 15 mil 619, un 38.2 por ciento de incremento sobre lo esperado, y en parte se debe a la búsqueda tardía de atención médica de los pacientes.
Se concluye que el aumento de defunciones en domicilios se debe no solo a la falta de acceso universal a pruebas para detectar casos de covid-19, sino también a las escasa acción de rastreo de contagios a nivel comunitario. Esto al final alimenta el subregistro de mortalidad por coronavirus y de otras enfermedades, como las crónicas.