Justicia

Guatemala cierra capítulo anticorrupción promovido por misión de la ONU

Una inédita lucha contra la corrupción en Guatemala llega a su fin este martes, con el cierre de una misión antimafias de la ONU que llegó a acusar a sectores considerados intocables y provocó la renuncia en 2015 del entonces presidente Otto Pérez Molina.

Iván Velásquez durante una conferencia de prensa  en el MP en diciembre de 2018 (Foto Prensa Libre: Hemeroteca).

Iván Velásquez durante una conferencia de prensa en el MP en diciembre de 2018 (Foto Prensa Libre: Hemeroteca).

La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), un ente de Naciones Unidas único en el mundo, termina su mandato tras 12 años de funcionamiento luego de que el presidente Jimmy Morales revirtiera su promesa de pedir una ampliación hasta 2021.

 

Morales, quien antes elogiaba el trabajo de Cicig, llegó a señalar a la misión de ser una amenaza a la paz del país y prohibió el regreso de su jefe, el exjuez colombiano Iván Velásquez, a quien declaró persona non grata y acusó de interferir en asuntos internos de Guatemala.

La salida de la Cicig deja una situación de incertidumbre sobre la continuidad de investigaciones de alto impacto y el ataque a la raíz de la corrupción. Activistas consideran que el cierre fue empujado por sectores económicos poderosos que se vieron amenazados por el alcance de la misión.

“Los guatemaltecos estamos presenciando la salida de Cicig debido a esas presiones de los sectores oscuros”, dijo Eleonora Muralles, presidenta de la asociación Familiares y Amigos contra la Delincuencia y el Secuestro (FADS).

“Se investigó a estos poderes que antes eran ocultos y ahora ya se desenmascararon, pertenecientes a élites económicas que aquí era prohibido tocarlos. Entonces quieren revertir lo que se ha trabajado o que ya no salgan más casos”, agregó la activista.

Otto Pérez Molina renunció a la presidencia por los serios señalamientos que la Cicig hizo en su contra. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

 

– Retos anticorrupción –

La Cicig llevó al banquillo de los acusados a empresarios, militares, diputados, alcaldes y otros sectores señalados de corrupción.

Aunque empezó a funcionar en 2007 a petición del gobierno guatemalteco, fue en 2015 cuando la Cicig agitó el país al revelar un fraude en las aduanas que provocó la renuncia de Pérez Molina, señalado como cabecilla de la estafa.

En agosto de 2017, Velásquez y la entonces fiscal general Thelma Aldana pidieron retirar los fueros al actual mandatario Morales, al encontrar indicios de financiamiento electoral ilícito en su campaña de 2015, pero el Congreso evitó despojarlo de su inmunidad.

Álvaro Arzú apareció sorpresivamente en una conferencia de prensa de la Cicig donde revelaban la investigación que existía en su contra. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

 

Un año antes, una investigación de la fiscalía y la Cicig llevó al arresto de un hermano y un hijo de Morales por un contrato irregular de alimentos. Ambos fueron absueltos el mes pasado.

El presidente y los detractores de la Cicig han insistido que la misión formuló acusaciones sin fundamentos, violó la presunción de inocencia y fue selectiva en sus casos.

Muralles rechazó esos argumentos, señalando que la “Cicig buscó y encontró esas negociaciones oscuras”, e indicó que sectores empresariales del país “se aliaron a este señor Jimmy Morales que por supuesto prefirió servir de alfombra y el país ya no le importó”.

Álvaro Montenegro, integrante del colectivo Alianza por las Reformas, coincidió en que la Cicig “tocó el corazón de la impunidad y la corrupción” en “personajes que tienen un muy fuerte poder económico”.

Para el activista, evitar un retroceso en la lucha contra la corrupción avivada por Cicig será un “gran reto” para la sociedad civil guatemalteca. “Será una responsabilidad de la ciudadanía de estar empujando al Ministerio Público. De estar observando, fiscalizando y de estar exigiendo que se continúe con esta labor” anticorrupción, agregó.

– Sí se puede –

La Fundación Right Livelihood, que entregó en 2018 su llamado Nobel alternativo a Aldana y Velásquez, calificó el trabajo de la Cicig como “una de las campañas anticorrupción más exitosas del mundo”.

“Su experiencia debe usarse como una hoja de ruta para el futuro también en otros lugares del mundo donde la corrupción está dañando a la sociedad”, refirió en un comunicado Ole von Uexkull, director de la fundación.

La Cicig en su informe final destacó que desmanteló 70 estructuras criminales, llevo a juicio a 600 personas y logró 400 condenas.

El presidente electo, Alejandro Giammattei, se negó a pedir la continuidad de la Cicig y en su lugar anunció la creación de una comisión anticorrupción desde el gobierno con apoyo internacional.

“Creo que mis principales logros tienen que ver con haber generado una conciencia ciudadana (…). Que sí se puede adelantar investigaciones serias y profundas independientemente de quién sea la persona a la que se esté investigando”, señaló Velásquez en una entrevista divulgada por la ONU.

La exfiscal Aldana, quien intentó postularse a la presidencia, expresó en Twitter su reconocimiento a la misión.

 

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